García Esteve o el compromiso

Ahora cuando ya hace casi dos años que Alberto García Esteve nos dejó acaba de aparecer un libro de homenaje a su figura, se trata de la publicación que a propuesta de Amando García y yo mismo hicimos al Consell Valencià de Cultura, dada la condición de ex miembro de García Esteve y sin lugar a dudas la talla moral de la persona. Bajo el título Homenaje a Alberto García Esteve se recogen testimonios personales, familiares y periodísticos, sobre la persona del abogado y militante, de la persona comprometida con su tiempo y los principios sociales o políticos. Para quienes compartimos muchas cos...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ahora cuando ya hace casi dos años que Alberto García Esteve nos dejó acaba de aparecer un libro de homenaje a su figura, se trata de la publicación que a propuesta de Amando García y yo mismo hicimos al Consell Valencià de Cultura, dada la condición de ex miembro de García Esteve y sin lugar a dudas la talla moral de la persona. Bajo el título Homenaje a Alberto García Esteve se recogen testimonios personales, familiares y periodísticos, sobre la persona del abogado y militante, de la persona comprometida con su tiempo y los principios sociales o políticos. Para quienes compartimos muchas cosas con Alberto, para quienes le conocieron y para las generaciones más jovenes, la figura que nos ocupa es un claro ejemplo de compromiso desinteresado, cosa cada vez menos frecuente en estos tiempos que corren de profesionalismo político y de rentabilidad económica. García Esteve nacido en Valencia, de familia obrera, con 16 años se implicó activamente en la guerra civil con el bando de los perdedores, sufrió de la represión a los 19 años, y durante los años más duros de la dictadura se hizo abogado, profesión que puso al servicio de obreros y demócratas. Alberto fue el pionero de los llamados "laboralistas" y de los letrados de la oposición democrática. Comunista por convicción no comulgó con ruedas de molino y nunca aceptó las versiones hechas desde arriba, y menos todavía las falsedades estalinistas. Ya en democracia y mientras la salud se lo permitió continuaría ejerciendo desde su despacho en la calle Almirante, tras el cierre de este local histórico, lo haría en su casa de la calle de Gorgos, siendo por un corto espacio de tiempo concejal de nuestro Ayuntamiento y miembro del CVC. Creo que vale la pena leer el libro que motiva este breve comentario, y pienso que también hay que plantear algunas consideraciones que vienen al caso, veamos. ¿Fue Alberto un intelectual, un político, un simple profesional? Difícil inclinarse por una u otra cosa, Alberto fue una persona que derrochó generosidad y pasión por muchas cosas a la vez; personalmente y como compañero me sirvió de guía en mucho y me animó a trabajar pacientemente, me introdujo en los procesos políticos, una habilidad que García Esteve dominaba muy bien. Convertir el juicio o proceso en un acto de contestación a la dictadura, generar en el seno de jueces y tribunales sentimientos contradictorios, situar a los reos como pequeños héroes... ésa era una tarea a la que dedicaba imaginación y técnica procesal. Nuestra democracia, nuestra autonomía, deben mucho al esfuerzo de Alberto. Tenemos una deuda contraída con quien fue apoyo de luchas obreras y estudiantiles, de iniciativas como la amnistía, opción que defendió dentro del Colegio de Abogados, para irritación de muchos y estímulo de otros. Eso que muchos saben por doctrina o teoría, la de la función social del derecho y las leyes, puede ser una vivencia práctica cotidiana, una cosa que se hace con modestia y sin pedir nada a cambio, o a cambio de lo necesario para seguir trabajando y actuando. Hoy pues cuando todavía la corporación municipal que preside Rita Barberá no ha tomado una iniciativa clara y concreta de distinción o reconocimiento a García Esteve, tenemos un libro que sirve para presentarnos el talante y la personalidad del letrado Alberto García Esteve, de un compromiso ejemplar, y de una vida llena de aportaciones. Leyendo el texto sigo recordando la noche en que salí de la prisión, como otros muchos, y a las tantas me estaba esperando un grupito de gentes, entre ellas Alberto. Un homenaje pues más que merecido. Confiemos que con el tiempo la ciudad de Valencia y las instituciones públicas estén a la altura del momento y sepan reconocer el mérito de aquel abogado de la calle Almirante 7.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En