El proyecto de unir a la derecha francesa está al borde del fracaso

La elección del gaullista Christian Poncelet (RPR) como nuevo presidente del Senado amenaza con dar la puntilla al gran proyecto de La Alianza que la derecha francesa creó hace cuatro meses para conjurar el riesgo de descomposición y unir sus fuerzas. Desalojada del cargo que ha ostentado ininterrumpidamemte a lo largo de los últimos 30 años, la UDF (Unión por la Democracia Francesa), centrista y liberal, dice sentirse traicionada, burlada en una operación antinatura en la que sus teóricos aliados del RPR (Unión para la República) gaullista habrían contado con el concurso de la izquierda. "Ha ...

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La elección del gaullista Christian Poncelet (RPR) como nuevo presidente del Senado amenaza con dar la puntilla al gran proyecto de La Alianza que la derecha francesa creó hace cuatro meses para conjurar el riesgo de descomposición y unir sus fuerzas. Desalojada del cargo que ha ostentado ininterrumpidamemte a lo largo de los últimos 30 años, la UDF (Unión por la Democracia Francesa), centrista y liberal, dice sentirse traicionada, burlada en una operación antinatura en la que sus teóricos aliados del RPR (Unión para la República) gaullista habrían contado con el concurso de la izquierda. "Ha sido un golpe muy serio a los principios de La Alianza y crea una situación nueva en la oposición", ha declarado, indignado, el presidente de la UDF, François Bayrou. De momento, la reunión inaugural del comité político de La Alianza, prevista para el miércoles próximo, ha quedado aplazada, lo mismo que el propósito declarado del RPR y la UDF de presentarse a las elecciones europeas en un lista única.Aunque los senadores franceses no funcionan exactamente a golpe de silbato y sus movimientos están teñidos de adhesiones personales, afectos y intereses, que sobrevuelan muchas veces las consignas de sus partidos, todo el mundo ha visto en la elección de Christian Poncelet la ambición hegemónica del RPR e, incluso, la mano del propio Jacques Chirac. Tras su renuncia, falto de apoyos, en la dolorosa sesión del jueves por la noche, el frustrado candidato a sucederse a sí mismo al frente del Senado, René Monory, no ha resistido la tentación de aludir a "las ambigüedades" del Elíseo, en un tono de inequívoco reproche, pero haciendo gala de la prudencia obligada a la hora de referirse a la figura presidencial.

Senado anacrónico

El término "ambigüedad" puede resultar no sólo prudente, sino equívoco si se tiene en cuenta que el Elíseo respondió con una desautorización oficiosa pero terminante al anuncio del entonces presidente de la Alta Cámara de que contaba para su reelección con el apoyo de Jacques Chirac. Devaluado por un sistema de elección anacrónico, escasamente representativo, que garantiza el dominio absoluto de la derecha, el Senado era el bastión de una UDF, escindida, depauperada, que trata de escapar al particular campo de ruinas al que la condujeron los pactos regionales con la extrema derecha de Jean- Marie Le Pen.En medio de la desolación presente en el conjunto de la oposición conservadora, la figura exitosa de un Chirac plenamente recuperado del error de convocar precipitadamente las elecciones generales que dieron el triunfo a la izquierda, que compite abiertamente con el primer ministro Lionel Jospin en los sondeos de popularidad, se consolida como la única alternativa de la derecha democrática para salir del atolladero. El presidente del RPR, Philippe Séguin, arrojó la toalla tiempo atrás y es la larga mano presidencial la que hace y deshace.

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