La Rosa del Desierto

A Sergio Camacho no fue la dureza de la vida la que le llevó a la vorágine de la delincuencia. A la muerte de su padre, hace ahora cinco años, heredó un patrimonio de más de tres centenares de millones. De este patrimonio formaba parte La Rosa del Desierto, un restaurante árabe que pasaba por ser el que hacía el mejor cuscús de Barcelona.Nada más heredar, Camacho se puso a derrochar a manos llenas. La policía sabe de sus bacanales con droga y mujeres caras y de sus timbas clandestinas. En cinco años ha dilapidado su fortuna.

A medida que iba perdiendo dinero, avanzaba en su carrera deli...

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A Sergio Camacho no fue la dureza de la vida la que le llevó a la vorágine de la delincuencia. A la muerte de su padre, hace ahora cinco años, heredó un patrimonio de más de tres centenares de millones. De este patrimonio formaba parte La Rosa del Desierto, un restaurante árabe que pasaba por ser el que hacía el mejor cuscús de Barcelona.Nada más heredar, Camacho se puso a derrochar a manos llenas. La policía sabe de sus bacanales con droga y mujeres caras y de sus timbas clandestinas. En cinco años ha dilapidado su fortuna.

A medida que iba perdiendo dinero, avanzaba en su carrera delictiva. Empezó casi como un delincuente de guante blanco. Sus estafas las realizaba a los clientes de su restaurante. En abril de 1997, junto con Ramón L., un conocido falsificador, puso en práctica un sistema para copiar las tarjetas de crédito con las que pagaban sus clientes. Las estafas oscilaban entre las 25.000 y los dos millones de pesetas. Se hicieron con más de 30 millones de pesetas. Én agosto del mismo año ya fue detenido junto con tres atracadores confesos en posesión de tres pistolas.

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