RAFAEL AZUAR » ARQUEÓLOGO "Grecia nos lleva 20 años de ventaja"

Rafael Azuar se metió en esto de escarbar ruinas y catalogar piedras cuando todavía andaba en pantalón corto y apenas le asomaba el bigote. De la mano del maestro valenciano Enric Llobregat, el culpable de su vocación temprana, Azuar recorría expectante a sus 15 años el yacimiento del Tossal de Manises, donde se enclava la antigua ciudad ibero-romana de Lucentum, en Alicante, en busca de vestigios de otros tiempos. Desde entones ha llovido mucho, y hoy es conservador de arqueología medieval del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, y su director adjunto. Un establecimiento de tan solo 300...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Rafael Azuar se metió en esto de escarbar ruinas y catalogar piedras cuando todavía andaba en pantalón corto y apenas le asomaba el bigote. De la mano del maestro valenciano Enric Llobregat, el culpable de su vocación temprana, Azuar recorría expectante a sus 15 años el yacimiento del Tossal de Manises, donde se enclava la antigua ciudad ibero-romana de Lucentum, en Alicante, en busca de vestigios de otros tiempos. Desde entones ha llovido mucho, y hoy es conservador de arqueología medieval del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, y su director adjunto. Un establecimiento de tan solo 300 metros cuadrados visitables, que acumula en sus almacenes infinidad de piezas de incalculable valor histórico, desconocidas para el público por la falta de espacios expositivos. En poco más de un año, sin embargo, el proyecto del nuevo museo arqueológico que ahora prepara con absoluta dedicación, permitirá sacar a la luz buena parte de sus tesoros. Pregunta. ¿Somos el país europeo con más ruinas por metro cuadrado, pero el más ruinoso a la hora de invertir en patrimonio? Respuesta. Bueno, en ruinas sólo nos ganan Italia y Grecia. Y sí que se invierte en España, pero también hay que tener en cuenta que pertenecemos al grupo de países más pobres dentro del contexto europeo. Ojalá fuéramos tan potentes como Finlandia o Noruega, que por otra parte, ya querrían contar con nuestra riqueza patrimonial. No tengo datos concretos, pero puedo decirte que en una zona como la valenciana, donde la industria turística es la segunda en importancia, la inversión en patrimonio cultural de uso turístico (por ejemplo, para la puesta en marcha de yacimientos, espacios museísticos, etc.) no llega al 10% de las inversiones turísticas totales. Yo creo que deberían contabilizar como mínimo el 25% si queremos igualarnos a las actuaciones de países como Italia o Grecia, que nos llevan 20 años de ventaja en esto del turismo cultural. Son modelos a seguir, en muchos aspectos. Hemos de tener en cuenta, además, que nuestro patrimonio necesita inversiones constantes, no puntuales, y que por tanto no puede depender de una cuestión de siglas políticas, sino que han de establecerse compromisos permanentes por parte de todos. Sobre todo si tenemos en cuenta que es un dinero que revierte en la sociedad en forma de beneficios derivados del turismo. P. ¿Qué papel pueden jugar los arqueólogos en el desarrollo de un turismo que busque, y encuentre, algo más que sol y playas? R. Bueno, pues justamente ir presentando proyectos para crear infraestructuras estables de este tipo. Un ejemplo próximo lo tenemos en el Tossal de Manises, en la Albufereta de Alicante, un yacimiento destinado a uso turístico y divulgativo, que abre otras opciones a los veraneantes. La Diputación lo acaba de inaugurar, y todavía es el primero en su género de toda la Comunidad Valenciana, que sin embargo es una de las autonomías con más riqueza patrimonial. Hay muchos yacimientos muy interesantes, pero no en condiciones visitables. Nosotros trabajamos en esta línea, por ejemplo otro caso sería el de la Illeta dels Banyets, en El Campello, que la Diputación está interesada en adquirir para empezar las inversiones. P. ¿Es España una potencia arqueológica dentro del contexto europeo o todavía tiene que ponerse al día en metodologías, recursos técnicos u otros aspectos? R. Sí, indudablemente España es una potencia arqueológica reconocida en el panorama internacional, y no sólo por su riqueza en yacimientos. No tenemos la tradición de Francia, Alemania o Inglaterra, pero hay muchos equipos extranjeros trabajando en campañas de excavación conjuntas y en proyectos de primer orden. Un ejemplo lo tienes en la gran exposición sobre los iberos que termina a fines de este mes su periplo europeo de más de un año. Sí, los profesores y estudiantes que nos visitan suelen estar interesados en acumular experiencias formativas de la mano de especialistas españoles. Además, hay algunas instituciones que canalizan este flujo de intercambios culturales, es el caso de la casa Velázquez, del Centre de Recherches Scientifiques francés o el Instituto Alemán de Arqueología. En Alicante, sin ir más lejos, hay un equipo francés trabajando con nosotros en Guardamar, y en la Marina Alta colaboran grupos de Reino Unido. P. ¿Pervive todavía entre la gente la imagen del arqueólogo aventurero a lo Indiana Jones? R. Sí, ya lo creo. Es la parte romántica de la profesión, que nos presenta todavía descubriendo tesoros y lugares imposibles. Está bien, porque ofrecer esta imagen cumple una función importante: atraer a jóvenes ilusionados que serán los arqueólogos del futuro. Porque en la realidad ser arqueólogo es muy duro, se necesita vocación y una buena dosis de paciencia, ya que en la mayoría de los casos trabajas mucho para obtener resultados apenas apreciables. Date cuenta, puede ocurrir que las conclusiones de una investigación de 10 años lleguen a resumirse perfectamente en tan sólo 10 folios. P. Y, a pesar de la dura realidad, ¿en los especialistas de hoy queda algo del espíritu romántico que animó a los buscadores de tesoros históricos del siglo XIX? R. Bueno, aquellos buscaban los yacimientos míticos que aparecían en fuentes documentales antiguas, buscaban Troya, Ítaca... Hoy, a nosotros nos compete únicamente completar aquellos descubrimientos con investigaciones actualizadas. Pero sí, aparte de trabajos más rutinarios como lavar o inventariar las piezas para su posterior estudio y catalogación, ser arqueólogo implica una labor de creación personal muy minuciosa. Tenemos que reconstruir el pasado desde el silencio de los objetos, que per se no aportan nada. De todas formas, los Evans y Champollion del pasado no lo descubrieron todo, menos mal. Ahí está la escritura ibérica todavía sin descifrar al no haberse encontrado la piedra roseta que lo permita. P. ¿Cuál ha sido el descubrimiento arqueológico más importante de su vida? R. La Rábida de Guardamar, sin duda. Fue en 1984, en el curso de una excavación para buscar la mezquita de la lápida, una inscripción fechada en el año 944 que se descubrió el siglo pasado y que hoy guarda el Museo Arqueológico de Murcia. Tuve la suerte de encontrarme con un rivat, un monasterio musulmán de finales del siglo IX único en todo el mundo islámico, dado que no tenía una función también militar. Se trataba de un centro exclusivamente religioso donde los recluidos llevaban una vida eremítica de purificación que les abría las puertas del cielo. Enric Llobregat lo definió como la Pompeya islámica, dado que cuando se abandonó fue cubriéndose poco a poco con la arena de las dunas, que lo salvaguardaron de la erosión. Es como una fotografía de hace 1000 años, lo único que falta son las personas. P. ¿Qué importantes yacimientos de la provincia de Alicante necesitan de actuación urgente? R. Hay que tener presente que no todos los yacimientos se deben excavar, ya que se agotaría el patrimonio en nuestro tiempo y tenemos que dejar reservas para las generaciones futuras, seguramente con métodos y técnicas superiores a las actuales. Tampoco todos pueden hacerse visitables; piensa, por ejemplo, en la Serreta de Alcoy, un poblado ibérico a 1.100 metros de altura: serían muchos más los destrozos que se producirían para construir los accesos que los beneficios que se obtendrían. En otros casos es una simple cuestión de defensa del patrimonio, ya que se determinaría preservar tal o cual enclave arqueológico para su estudio. Sí soy partidario de poner a punto una red de yacimientos para convertirlos en espacios museísticos visitables, que ofrecieran al público información histórica de todas las épocas. Podrían componer el itinerario arqueológico de la provincia el Plà de Petracos como yacimiento histórico del Neolítico, L"Alcúdia de Elche y el Tossal de Manises, representativos de ciudades romanas, y la Rábida, exponente del mundo musulmán. El yacimiento del Cabezo Redondo en Villena y la visita a algunos castillo completarían el panorama. P. ¿Cuál es el proyecto más importante que lleva a cabo en la actualidad el museo que usted dirige? R. En estos momentos, todos los recursos humanos de que disponemos se dedican en cuerpo y alma al proyecto museográfico del nuevo Museo Arqueológico, emplazado como sabes en el edificio del antiguo Hospital Provincial. Todo el equipo, compuesto por unas 20 personas, trabaja en la determinación del contenido de las salas de exposición, que abarcarán desde la Prehistoria hasta la época preindustrial. Desde luego, todos los fondos no podrán exponerse a la vez, pero se irán organizando muestran temporales. P. El nuevo museo, teniendo en cuenta las estrecheces del actual, será una gozada. ¿Es, como se ha dicho, uno de los mejores de España? ¿En qué punto están las obras? R. Será ante todo un museo moderno que se inaugurará en el siglo XXI. El proyecto se desarrolla con un planteamiento no local, sino universal, aunque sin perder de vista nuestra ubicación en el contexto europeo y mediterráneo. Queremos alejarnos de la concepción de museo arqueológico que se ha tenido hasta hoy, un espacio duro donde la abundancia de restos antiguos y de textos explicativos disuade hasta a los visitantes con mejor voluntad. Intentaremos que, sin perder la vertiente formativa, el museo resulte atractivo para los no iniciados, resaltando el aspecto lúdico. Será diferente a los otros museos, y un referente importante para quien pretenda presentar el patrimonio de una forma didáctica y amena. Por otra parte, será una de los museos más grandes, ya que contaremos con 11.000 metros cuadrados. Para que te hagas una idea, el Arqueológico Nacional tiene sólo 10.000 metros cuadrados. LA TERRAZA

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En