Tribuna:

UN INSTANTE DE FELICIDAD Búnker en las marismas

El búnker está hecho de madera y es muy confortable: un largo asiento circular recorre su perímetro y una rendija situada a la altura de los ojos permite observar lo que sucede afuera. Afuera hay un lío tremendo. Ánades, insectos, batracios y otras muchas criaturas indescifrables van de un lado a otro, sin propósito aparente, bajo el mediodía implacable. La mayoría emite sonidos violentos, insistentes hasta la cerrilidad. Entre el paisaje dispuesto sobresalen los charcos y la arena y las empalizadas de juncos que distribuyen la posesión de los espacios; pero hay una promiscuidad evidente y con...

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El búnker está hecho de madera y es muy confortable: un largo asiento circular recorre su perímetro y una rendija situada a la altura de los ojos permite observar lo que sucede afuera. Afuera hay un lío tremendo. Ánades, insectos, batracios y otras muchas criaturas indescifrables van de un lado a otro, sin propósito aparente, bajo el mediodía implacable. La mayoría emite sonidos violentos, insistentes hasta la cerrilidad. Entre el paisaje dispuesto sobresalen los charcos y la arena y las empalizadas de juncos que distribuyen la posesión de los espacios; pero hay una promiscuidad evidente y consentida. Cuando se detienen, la actividad de las criaturas no presenta demasiada variedad: unas se sumergen en la charca y extienden luego al sol sus plumas mojadas, otras picotean cualquier porquería cercana y las más duermen un sueño tonto y cuadrado. Felicidad es la única habitante del búnker. Aquí pasa, no sólo agosto, sino el resto de los meses del año. Se ha acostumbrado y le basta con la rendija.

Aiguamolls del Empordà. Municipio de Castelló d"Empúries.

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