Borrell variará su estrategia en septiembre para superar las barreras que le impone el PSOE

El candidato a la presidencia del Gobierno del PSOE, José Borrell, acaba de realizar balance de sus casi cuatro primeros meses como líder electoral de su partido. Su despliegue por toda España, con presencia en 83 actos, reuniones y encuentros, muchos de ellos de carácter interno, refrendan motivos para su satisfacción pero no apaciguan su gran inquietud. Cree que ése no es el camino más adecuado para ganar las próximas elecciones. En el Comité Federal Extraordinario que se convocará en septiembre entregará a la dirección del PSOE un documento sobre su nueva estrategia, encaminada a abrirse a ...

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El candidato a la presidencia del Gobierno del PSOE, José Borrell, acaba de realizar balance de sus casi cuatro primeros meses como líder electoral de su partido. Su despliegue por toda España, con presencia en 83 actos, reuniones y encuentros, muchos de ellos de carácter interno, refrendan motivos para su satisfacción pero no apaciguan su gran inquietud. Cree que ése no es el camino más adecuado para ganar las próximas elecciones. En el Comité Federal Extraordinario que se convocará en septiembre entregará a la dirección del PSOE un documento sobre su nueva estrategia, encaminada a abrirse a la sociedad para buscar los votos que necesita para llegar a La Moncloa.

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José Borrell cerró el pasado fin de semana en Almería la fase de prueba que se concedió hace cuatro meses tras acceder a la candidatura a la Presidencia del Gobierno del PSOE después de derrotar a Joaquín Almunia en las primarias. En Almería, una provincia emblemática este verano para el PSOE, de la que es natural José Barrionuevo y donde hoy precisamente reaparecerá públicamente Almunia en un acto con militantes socialistas, Borrell adquirió hace siete días un nuevo compromiso consigo mismo y sus ambiciones.El líder electoral socialista cumplió sin rechistar con el maratón de las actividades que le habían programado pero concluyó que a ese ritmo no tiene sentido seguir. Ni le agrada ese sistema endogámico de funcionamiento de los partidos políticos ni estima que sea ése el mejor modelo de trabajo para conectar con los miles de ciudadanos que han dejado de votar al PSOE en las últimas elecciones y con los miles que no les han votado nunca.

Almería ha sido un punto sin retorno para Borrell y para su proyecto en el PSOE.

El candidato accedió en apenas dos días a tomar contacto con los dos estados de ánimo en el partido, el de los pocos marginados de las estructuras internas de poder en el PSOE que en su día apostaron por él en las primarias y el de los muchos instalados en los aparatos que entonces le boicotearon. Cree que esa fase para superar las desconfianzas entre ambos bandos debe quedar atrás. No quiere participar en muchos más actos internos del partido. No rechaza la vida normal y en ocasiones poco ventilada de estas organizaciones. Pero apuesta por otra fórmula.

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Considera que ha dedicado grandes esfuerzos en este periodo a demostrar a su partido que es el candidato de todos y a superar recelos. Supone que ese objetivo está logrado y ya ha cerrado esa etapa. Ahora quiere fijarse otras metas.Entre mayo y la mitad de agosto, Borrell se ha multiplicado en 83 actos. De los mismos, 44 han tenido un claro contenido social, 26 han sido políticos, seis de tinte sindical y siete han tenido trascendencia internacional. Todas esas actividades se suman a las habituales organizadas en el Congreso, a las preparadas por la ejecutiva del PSOE o a sus contactos casi diarios con los medios de comunicación. El candidato, sin embargo, echa en falta algo. Borrell tiene la impresión de haber empleado muchas más horas a debates internos con mandos o militantes de su propio partido, cuyos votos imagina lógicamente cautivados, que a ganar nuevos adeptos para su causa.

Borrell no se siente cómodo entre los vericuetos muchas veces complejos de las distintas estructuras del partido. Viaja por España para exponerse como el candidato de todo el PSOE y se tropieza con la resaca de las primarias aún sin cicatrizar. Llega a una provincia y el aparato local, que en las primarias le fue seguramente esquivo, le reclama para protagonizar distintas actividades con los afiliados. En la cita, además, intervienen todos esos mandos locales y provinciales para elogiarle.

El candidato dice comprender esas escenas de repentina ilusión y adhesión a sus cualidades pero los miembros de sus comités de apoyo durante la campaña de las primarias, presentes de manera accesoria en esas convocatorias, se muestran contrariados y en ocasiones aprovechan para reflejar ese malestar. Borrell mantiene que no quiere detenerse a avivar los espíritus revanchistas pero tampoco le parece lógico ignorarlos.

El líder electoral del PSOE y su equipo llevan semanas trabajando en una nueva estrategia que empezará a visualizarse inmediatamente y que concretará en un documento que la dirección del partido discutirá en septiembre. En primer lugar, quiere embarcarse en un nuevo estilo para sus comparecencias en actos públicos.

Ha dado órdenes a su equipo para que en sus desplazamientos futuros no se programen sólo encuentros con militantes socialistas. Persigue abrirse a toda la sociedad y nutrirse de ideas de todos los sectores. A Borrell, por ejemplo, le agradan especialmente los contactos con los más jóvenes, en las universidades. Ha participado ya en diez encuentros de ese tipo.

En el último, en la clausura de la Universidad de Verano de la Complutense en Almería, Borrell calificó de prioritario captar a ese sector joven de la población para vencer a José María Aznar en las próximas elecciones. El entorno del candidato ha realizado sus cálculos para esa posible victoria sobre la base de mantener, sin perder un sólo voto, los nueve millones de papeletas recaudados en las generales de 1996. Concluyen que si esos votos no se han marchado hasta ahora con todo lo que le ha pasado al PSOE ya no se irán. Sobre ese suelo que cree de cemento, Borrell busca construir una nueva mayoría electoral, con dos millones de votantes nuevos.

Para atraer a esos electores, que localiza en los jóvenes y entre los desilusionados de los últimos gobiernos socialistas, el equipo del candidato piensa utilizar dos procedimientos: facilitar la creación de plataformas transversales de ciudadanos que le respalden y movilizar al partido y a la sociedad para la elaboración con un diseño más permeable de su programa.

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