Se acabó el "reggae"

Las instalaciones de la sexta edición del U-Zona Reggae estaban preparadas para acoger a un público de entre 20.000 y 25.000 personas. Resultaron mucho más que suficientes. El festival cerró ayer sus puertas con un balance de 15.000 asistentes, una cifra similar a la de la anterior edición, con lo que se frenó el fenómeno de crecimiento progresivo del U-Zona Reggae desde su creación. Los organizadores, poco amigos de divulgar cifras -no dan a conocer el presupuesto, el número definitivo de entradas vendidas ni tampoco los resultados económicos- recordaban ayer que nunca han pretendido batir ré...

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Las instalaciones de la sexta edición del U-Zona Reggae estaban preparadas para acoger a un público de entre 20.000 y 25.000 personas. Resultaron mucho más que suficientes. El festival cerró ayer sus puertas con un balance de 15.000 asistentes, una cifra similar a la de la anterior edición, con lo que se frenó el fenómeno de crecimiento progresivo del U-Zona Reggae desde su creación. Los organizadores, poco amigos de divulgar cifras -no dan a conocer el presupuesto, el número definitivo de entradas vendidas ni tampoco los resultados económicos- recordaban ayer que nunca han pretendido batir récords y se mostraban totalmente satisfechos con el desarrollo del festival. El lento goteo con que a lo largo de la mañana de ayer se produjo el desalojo del recinto deportivo de Torelló denotaba que la satisfacción era compartida por el público. Muy explícito, un joven entonaba el "lástima que terminó...", popularizado por Porky, el cerdito de la serie de dibujos animados del mismo nombre. La última noche había sido larga y fructífera, con puntos álgidos como la actuación del jamaicano Freddie McGregor, cuya voz ha sido calificada como una de las más originales del reggae de todos los tiempos y que fue para muchos lo mejor del festival. Hacia las 7.30 horas, los senegaleses Zewel, muy aplaudidos, impusieron el silencio en el escenario, dándole al festival un merecido reposo tras la maratoniana sesión de conciertos. Tras una ducha bien fría y un desayuno rápido, los más ansiosos por llegar a casa y recuperar las horas de sueño perdidas a lo largo del festival empezaron a marcharse desde primera hora. Se inició entonces un largo desfile hacia la estación de tren del municipio, que durante los ratos de espera hizo las veces de dormitorio multicompartido. El improvisado aparcamiento del festival, extendido durante todo el fin de semana prácticamente por todas las calles y descampados de Torelló, empezaba a clarear. PASA A LA PÁGINA 5

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