FRANCIA 98

Forofos de Holanda, esclavos de Brasil

Los brasileños consiguieron llevar el partido donde deciden las individualidades

Hasta Pelé, del que no hay duda sobre su nacionalidad, dijo antes de llegar al campo que le gustaba Holanda. ¿Y Brasil? "Yo también prefiero que juegue Denilson". Pelé, Platini, Cruyff y Maradona bendecían al equipo de Guus Hiddink en su encuentro con los brasileños.Había consenso sobre la importancia que tenía el resultado: gana Holanda, vence el fútbol, puede cambiar el juego, volverá el sentido de equipo, el gusto por una puesta en escena. El triunfo brasileño suponía lo contrario: el culto al jugador. Pelé, Gerson, Roberto Dinamita no hablaban de juego sino de Denilson o Bebeto, de Leonard...

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Hasta Pelé, del que no hay duda sobre su nacionalidad, dijo antes de llegar al campo que le gustaba Holanda. ¿Y Brasil? "Yo también prefiero que juegue Denilson". Pelé, Platini, Cruyff y Maradona bendecían al equipo de Guus Hiddink en su encuentro con los brasileños.Había consenso sobre la importancia que tenía el resultado: gana Holanda, vence el fútbol, puede cambiar el juego, volverá el sentido de equipo, el gusto por una puesta en escena. El triunfo brasileño suponía lo contrario: el culto al jugador. Pelé, Gerson, Roberto Dinamita no hablaban de juego sino de Denilson o Bebeto, de Leonardo o Giovanni y de César Sampaio o Gonçalves. Y, claro, acababan comentando qué le convenía más a Ronaldo.

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Y apareció Ronaldo y puso a Brasil en ventaja. "¿Quieren ganar?", había dicho de nuevo Pelé. "Denle espacio y velocidad a Ronaldo. No se empeñen en construir. La transición defensa-ataque es muy lenta". Y Gerson advirtió: "Toquen de primera, muy rápido, para la salida de Ronaldinho. Nos iría bien un tipo como Frank de Boer para que le lanzara con sus balonazos". Y así, a la contra, marcó Ronaldo.

Un gol que dice mucho en favor de Brasil y compromete a una selección holandesa que, como tal, se pierde en chorradas. Ronald de Boer que no tapa la salida de la pelota manejada por Roberto Carlos, y Ronaldo que aparece solo, con la zaga desenchufada y el lateral (Cocu) corriendo para el otro lado.

Pudo reponerse el equipo de Hiddink. Kluivert necesitó cuatro remates para equiparase a Ronaldo, pero el empate llegó justo a tiempo. Tienen los holandeses una paciencia infinita. Tocan y tocan, van y vuelven, y siempre sin perder la personalidad.

No se rajó Hiddink. Quedarse sin zurdos titulares le llevó a tirar del zurdo suplente: Zenden. Así de natural. Y cuando los que estaban no podían, echó mano de nuevo del banquillo y de otro delantero (Van Hooijdonk). Nunca desesperó hasta atrapar el empate y devolver la excitación en el tramo final del choque.

Holanda sobrevivió incluso cuando jugaba Denilson y Pelé iba ya con Brasil. Le faltó únicamente rematar la faena. Le pudo el mejor oficio del contrario. Hubo gente que desapareció -como Bergkamp-, falló la línea de pase -Jonk no estuvo acertado- y a Kluivert le faltaron un par de balones más para ganar. La productividad holandesa fue siempre netamente superior a la brasileña, una situación muy acorde con el guión del choque: Holanda contra Ronaldo, contra Denilson, contra Rivaldo.

A los brasileños les daba igual la laboriosidad holandesa. Sólo quieren el pentacampeonato. Sabían que si llegaban al punto de penalti, no fallarían. Brasil puede gustar más o menos, pero uno a uno son insuperables. Y la individualidad triunfó sobre la colectividad. Cocu y Ronald de Boer juegan para los demás. Ronaldo, Rivaldo, Emerson y Dunga están muy hechos a tener que decidir por su cuenta. Y no fallaron.

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