Cartas al director

Falta de ayuda oficial

Tengo un hijo de 13 años, deficiente psíquico profundo, calificado con un grado del 65% de minusvalía. La convivencia con él se hace cada día más difícil, pues a su rápido crecimiento físico se unen las múltiples y crecientes alteraciones de conducta (gritos y llanto continuos, se muerde a sí mismo, salta, se tira al suelo y es imposible mantenerlo quieto más de 20 segundos). Actualmente acude a un colegio de educación especial, con horario y vacaciones escolares normales.En el centro tratan de que adquiera algún hábito de conducta o comportamiento, pero los resultados son absolutamente desale...

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Tengo un hijo de 13 años, deficiente psíquico profundo, calificado con un grado del 65% de minusvalía. La convivencia con él se hace cada día más difícil, pues a su rápido crecimiento físico se unen las múltiples y crecientes alteraciones de conducta (gritos y llanto continuos, se muerde a sí mismo, salta, se tira al suelo y es imposible mantenerlo quieto más de 20 segundos). Actualmente acude a un colegio de educación especial, con horario y vacaciones escolares normales.En el centro tratan de que adquiera algún hábito de conducta o comportamiento, pero los resultados son absolutamente desalentadores. Sé que no soy la única con problemas de este tipo; somos un colectivo pequeño y pacífico, pero completamente olvidado por la Administración.

¿Sabe usted cuánto nos cuesta sacar a estos niños adelante? Es una vida dura y hermosa a la vez, difícil y enriquecedora. La mayoría de estos niños jamás se integrará. Nosotros somos sus manos, su vista, su olfato, su oído y su paladar. Los queremos infinitamente, pero nunca recibiremos de ellos una sonrisa, un beso o un abrazo.

Debido a esta situación insostenible, quiero llevar a mi hijo a una residencia asistida, donde puedan cuidar de él de acuerdo con sus necesidades (le aseguro que son muchas), para lo que he pedido ayuda en la CAM, en el IMAIN y en el Ministerio de Educación y lo único que he encontrado ha sido un largo y desesperante camino de buenas palabras, falsas promesas y puertas cerradas. He acudido a un centro privado, fuera de Madrid, buscando precios más asequibles. Nos admitieron al niño en uno, pero el alivio duró poco, pues en el plazo de una semana el precio acordado sufrió un "pequeño" cambio totalmente injustificado, pasando de 100.000 a 170.000 pesetas al mes. Se puede usted imaginar el esfuerzo que supondría pagar todos los meses 100.000 pesetas con un sueldo de funcionario. Pagar más sería totalmente imposible en mi situación. Cuando el niño cumpla 18 años, al parecer tendrá derecho a una plaza en alguna residencia de la Comunidad de Madrid. En esta situación, mi hijo los cumplirá, pero no sé si yo llegaré a disfrutarlo.

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Tengo, además, otro hijo que en septiembre cumplirá ocho años. Su existencia siempre ha estado totalmente mediatizada por el problema que presenta su hermano mayor. Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, este año celebraremos su cumpleaños.

Me gustaría que esta carta pudiera publicarse para que la gente conozca una pequeña parte de las dificultades, trabas administrativas y falta de ayuda oficial con las que este colectivo se enfrenta.-

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