Desarticulada una red que entraba cintas de vídeo y audio de contrabando

Dos años de investigaciones del Grupo Fiscal (Gifa) de la Guardia Civil se han saldado con el arresto de 12 personas acusadas de contrabando, delitos contra la propiedad intelectual y falsificación de documentos públicos. Estos delitos están asociados a una gran operación de contrabando de cintas vírgenes de vídeo y de casetes que asciende a 1.275 millones de pesetas y que llevaba años produciendo pingües beneficios.

La red desarticulada por la Guardia Civil estaba controlada por indios en España y Gran Bretaña, país del que procedían las cintas de vídeo, de casetes y material elect...

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Dos años de investigaciones del Grupo Fiscal (Gifa) de la Guardia Civil se han saldado con el arresto de 12 personas acusadas de contrabando, delitos contra la propiedad intelectual y falsificación de documentos públicos. Estos delitos están asociados a una gran operación de contrabando de cintas vírgenes de vídeo y de casetes que asciende a 1.275 millones de pesetas y que llevaba años produciendo pingües beneficios.

La red desarticulada por la Guardia Civil estaba controlada por indios en España y Gran Bretaña, país del que procedían las cintas de vídeo, de casetes y material electrónico con el que traficaba la organización. En realidad, el material venía del Lejano Oriente y había entrado de forma ilegal en Gran Bretaña; es decir, en la Unión Europea. Para despistar, la red había tejido un entramado de empresas instrumentales -algunas domiciliadas en porterías y bares, ajenos a los tejemanejes de la banda-, que eran las receptoras del contrabando. Grandes camiones entraban con documentación falsa la mercancía, que era almacenada en naves industriales en Barcelona. Las cintas eran comercializadas en el Mercat del Bellcaire de Barcelona (Encantes), en mercadillos, en ventas callejeras y en bazares. Una cinta virgen de vídeo de tres horas de duración que en el mercado vale entre 700 y 750 pesetas era vendida por la mitad de su precio. La red de contrabandistas cobraba siempre en metálico sus ventas y reenviaba el dinero a sus jefes indios en Gran Bretaña. Los envíos de dinero entre países de la Unión Europea no están sometidos a ningún impuesto, pero hay que comunicarlos cuando superan los cinco millones de pesetas. Para no tener que explicar las transferencias de dinero, la red simulaba efectuar compras en Gran Bretaña. Hacía ver que compraba grandes partidas de relojes cuando en realidad las cajas sólo tenían una capa de relojes y el resto era aire. Pagaba por unos relojes que no había comprado con el dinero procedente del contrabando de las cintas vírgenes.

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