FRANCIA 98

La presencia de 20.000 "hooligans" atemoriza Lens

El gran despliegue policial ante el Inglaterra-Colombia evitó que la localidad francesa sufriera graves incidentes

Se escucharon las sirenas, hubo algunas refriegas, se produjeron detenciones, pero lo más notorio fue el silencio espeso alrededor del estadio Félix Bollaert. No fue un día tranquilo en Lens, una pequeña ciudad de la cuenca carbonífera del noroeste de Francia. Muchos comercios cerraron al mediodía y los bares tuvieron que atender a sus obligaciones con la ley seca. Detrás de las cortinas, los propietarios de los restaurantes vigilaban sigilosamente la calle. Había tensión y silencio, pero lo más perceptible era el miedo a los hooligans ingleses.Más de 4.000 policías se desplegaron en una ciuda...

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Se escucharon las sirenas, hubo algunas refriegas, se produjeron detenciones, pero lo más notorio fue el silencio espeso alrededor del estadio Félix Bollaert. No fue un día tranquilo en Lens, una pequeña ciudad de la cuenca carbonífera del noroeste de Francia. Muchos comercios cerraron al mediodía y los bares tuvieron que atender a sus obligaciones con la ley seca. Detrás de las cortinas, los propietarios de los restaurantes vigilaban sigilosamente la calle. Había tensión y silencio, pero lo más perceptible era el miedo a los hooligans ingleses.Más de 4.000 policías se desplegaron en una ciudad que días atrás había sido escenario de la violencia de grupos radicales alemanes. El agente David Nivel permanece en estado crítico desde el pasado domingo, machacado por una banda de fanáticos. En este sentido, la policía de Hamburgo (Alemania) detuvo el jueves a un alemán de 23 años por los citados incidentes. El joven reconoció que era una de las personas fotografiadas por un aficionado en Lens durante los graves disturbios.

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En el corredor que lleva de Calais -primer destino en el continente de la formidable masa de hinchas ingleses- a Lens se decretó la ley seca durante 24 horas. La medida fue respetada a rajatabla, pero naturalmente no tuvo demasiado efecto sobre los jóvenes radicales que llegaron con abundantes provisiones de cerveza. El peligro residía en la combinación de alcohol y falta de entradas para los 20.000 aficionados que se habían trasladado desde Inglaterra. Se advertía el temor incluso entre los hinchas británicos que habían conseguido sus entradas con antelación. Durante las horas previas al encuentro, muchos prefirieron abandonar Lens y Lille para no verse envueltos en los presumibles actos de vandalismo de sus compatriotas.

La concentración de hooligans en Lens figuraba como uno de los principales asuntos a resolver por la policía francesa, en colaboración con los especialistas de Scotland Yard en violencia callejera. Lens era el peor lugar posible para contener a los vándalos: una ciudad de sólo 37.000 habitantes, apenas a dos horas y media de viaje desde Londres, escenario de un partido crucial para el destino de la selección inglesa en la Copa del Mundo.

Se dice que los cabecillas de las principales facciones violentas habían visitado durante la primavera las ciudades francesas para explorar los campos de batalla. Durante las últimas semanas, los expertos policiales habían diseñado un plan para garantizar la seguridad en las distintas sedes. En Marsella no pudo ser. Estalló la violencia y nadie pudo evitarla. El ataque al gendarme Daniel Nivel en Lens añadió nuevos motivos de preocupación. Se sabía, se temía, pero no había sido posible controlar estos episodios de violencia.

La actuación de las autoridades gubernativas fue tajante. Lens se convirtió ayer en una ciudad parapetada detrás de un ejército de policías. Decenas de furgones recorrían la ciudad mientras los agentes se apostaban en los centros neurálgicos: la estación, la pequeña plaza, los accesos por carretera y los alrededores del campo. Un cordón de gendarmes hacía imposible acercarse al estadio Bollaert a cualquier persona sin entrada. A primera hora de la tarde, algunos grupos de hinchas ingleses provocaron incidentes a 500 metros del escenario del partido, pero fueron reprimidos de forma contundente.

La presencia policial tuvo un carácter disuasorio hasta la hora del encuentro. Los helicópteros sobrevolaron la ciudad, rastreando cualquier foco conflictivo. Pero más que a los borrachos violentos se temía a los jefes de las células más peligrosas, los denominados C-Cats. Alrededor de 200 radicales pertenecen a este grupo relacionado en muchos casos con el crimen organizado. Ellos no están beodos, ni llevan su piel cubierta por tatuajes. A ellos se les ve en una esquina con un teléfono celular en la mano, dirigiendo y coordinando a las facciones más agresivas.

Tras el partido, no hubo incidentes que resaltar en Lens, aunque sí en Burdeos donde jugaron Argentina y Croacia. Poco antes del encuentro, dos hinchas argentinos fueron detenidos tras asestar un navajazo a un aficionado esloveno, cuyas lesiones fueron calificadas de graves.

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