Tribuna

Perderla tarde y lejos

Owen y Beckham. Si no hubieran jugado, la afirmación de que Inglaterra se siente más cómoda sin la pelota que con ella no ofrecería dudas. La necesidad y la presencia de estos dos futbolistas cambiaron el perfil del equipo. Su idea inicial fue ceder la pelota a Rumania y, una vez recuperada, finalizar con la menor cantidad de toques posibles. Owen y Beckham ofrecieron una posibilidad más atractiva y protagónica.Sobredosis de definidores. No se puede evaluar la productividad de los atacantes sin considerar quién, cómo y desde dónde les habilitan. Inglaterra, en la práctica no en la f...

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Owen y Beckham. Si no hubieran jugado, la afirmación de que Inglaterra se siente más cómoda sin la pelota que con ella no ofrecería dudas. La necesidad y la presencia de estos dos futbolistas cambiaron el perfil del equipo. Su idea inicial fue ceder la pelota a Rumania y, una vez recuperada, finalizar con la menor cantidad de toques posibles. Owen y Beckham ofrecieron una posibilidad más atractiva y protagónica.Sobredosis de definidores. No se puede evaluar la productividad de los atacantes sin considerar quién, cómo y desde dónde les habilitan. Inglaterra, en la práctica no en la formación (por ahí se situó Scholes), careció de un media punta que hiciera jugar a Shearer y Sheringham. Los pases llegaron desde muy lejos. Y cuando eso ocurre, además de que la posibilidad de precisión y agudeza disminuye, es imposible no jugar de espaldas, y muy difícil, recepcionar y girar. El talento natural, escaso en los dos puntas británicos, queda sometido entonces a exigencias complicadas. Más allá de lo que Owen produjo, su presencia fue importante porque Inglaterra necesitaba un futbolista con capacidad de elaboración. Porque la formación del ataque no puede plantearse sólo para finalizar, sino también para elaborar.

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El mejor sobre el campo. Galca, sin duda. Distingue cuándo hay que jugar en corto y cuándo en largo. Ejecuta correctamente. Tiene conciencia de la distribución sobre el campo del resto de sus compañeros, y si están en ventaja o desventaja. El que más toca y el que menos la pierde. Sus recepciones siempre son intencionadas y normalmente le perfilan hacia el lado donde conviene jugar y le niegan el lado complicado.

El secreto rumano. Rumania tarda en perder el balón. Y cuando lo pierde lo hace cerca del arco rival. Nada mejor que esto último para defender bien. Esta situación ofrece el tiempo necesario para restablecer el orden defensivo, que normalmente se pierde durante la dinámica de la posesión.

Los jefes. No sé si el eje central del campo exige pensar para jugar allí o es que casualmente todos los que piensan se sitúan en ese sector. Pero reconozco en Gica Popescu, Galca y Hagi a los encargados del manejo y la distribución de la pelota, a los que moderan los tiempos del equipo. Sus mentes son las que establecen los criterios de juego en Rumania.

Tendencia común. El tiempo hace que los grandes creativos se vuelvan perezosos para recibir la pelota en los sectores desde los cuales su percepción del fútbol se hace dañina. Retroceden a buscarla a un sector, el tercio medio del campo, donde al rival no le importa. Y habitualmente para pedírsela prestada al compañero que debería habilitarlo hacia la zona que abandonó. Ése fue el Hagi del primer tiempo. En el segundo, cambió, recepcionó en el sitio que más peligro podía ocasionar y se pareció al que todos recordamos.

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