El Maratón logra seducir al público

Las taquillas del Mercat de les Flors colgaron el cartel de "agotadas las localidades" en la madrugada de ayer. La segunda jornada del Maratón del Espectáculo superó con creces las cifras de asistencia del primer día, y se cumplió la advertencia de los organizadores de que los más rezagados podían quedarse en la calle. La demanda de entradas estuvo en concordancia con la alta calidad del programa de la 15ª edición, por encima de la de anteriores convocatorias, con una oferta tan atractiva como variada y un público que la disfrutó al máximo. La Sala Maria Aurèlia Capmany estuvo abarrotada prác...

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Las taquillas del Mercat de les Flors colgaron el cartel de "agotadas las localidades" en la madrugada de ayer. La segunda jornada del Maratón del Espectáculo superó con creces las cifras de asistencia del primer día, y se cumplió la advertencia de los organizadores de que los más rezagados podían quedarse en la calle. La demanda de entradas estuvo en concordancia con la alta calidad del programa de la 15ª edición, por encima de la de anteriores convocatorias, con una oferta tan atractiva como variada y un público que la disfrutó al máximo. La Sala Maria Aurèlia Capmany estuvo abarrotada prácticamente toda la noche. Completado el aforo, se improvisaron asientos en las escaleras e incluso en los pasillos. El público, de todas las edades aunque con predominio de adolescentes y veinteañeros, tendió a pasarse horas ante un escenario en el que la mayoría de las actuaciones -con abundancia de circo y danza- no tenían desperdicio. Aún no muy avanzada la noche, los jóvenes componentes del berlinés Ufa Circus cuajaron el buen ambiente del teatro con sus habilidades como malabaristas y acróbatas a modo de argumento irrebatible. Uno mostraba su arte para danzar sobre la bicicleta, dos niños hacían juegos de manos en el aire con aros de colores, un joven bailaba claqué al tiempo que manejaba como un acordeón un juego de cajas plateadas, otro imprimía movimientos de contorsionista a su cuerpo a ritmo de hip hop. El más difícil todavía lo puso el también acróbata Bady Mabdala Salim, africano afincado en Alemania, que consiguió un estético y casi imposible equilibrio encaramado a una larga escalera de sillas. El grupo de Las Palmas de Gran Canaria El Ojo de la Faraona, en ropa de calle y enzarzados sus miembros en una pelea callejera sin verdadera violencia y aderezada con humor, fue una de las propuestas más originales de entre las numerosas actuaciones de danza contemporánea repartidas a lo largo del maratón, en las que se evidenció el gusto de los coreógrafos por al música étnica y en algunos casos también por el baile sin música. En una línea más al uso aliñada con un llamativo atrezzo, los madrileños Grupo 7 Danza evocaron a una Mater amantísima, las barcelonesas Deeproduction se aferraron a un baile con sillones de plástico para explorar el lado femenino en Orientación, y los madrileños Losdedae mostraron su versión de la noche en los after hours en De 9 a 3. En teatro, el grupo catalán Los Los no sólo se metió al público en el bolsillo con su montaje Life, sino que convenció también a algunos programadores a la caza de pequeñas joyas y se fraguó un contrato para varias actuaciones. Otro momento estelar de la noche lo marcaron The Chanclettes con un fragmento de su segundo espectáculo, Ha nacido una estrella. En la línea de su primera propuesta, los componentes de este grupo -presentado en el capítulo de variedades, aunque ellos huyen de las etiquetas- ofrecieron un breve repaso por algunos emblemáticos programas de la televisión, proyectando fragmentos convenientemente manipulados para construir una historia alejada de su sentido original, trabajada como un playback lleno de ritmo con eficaces resultados cómicos. Fue como una parábola de ese zapping sin necesidad de mando a distancia en que, como cada año, consistió el maratón. Desde su butaca, el público asistió a una demostración de la riqueza de las artes escénicas -enlazadas por presentadores llenos de energía; alguno brillante, alguno gracioso a su pesar-, con el valor añadido de la brevedad de las actuaciones. Por disposición de los organizadores, todos los números deben durar entre 3 segundos y 10 minutos -aunque la norma es algo flexible-, lo que obliga a los participantes a apurar al máximo sus propuestas para intentar hacerse un hueco en la frágil memoria del público. Si necesitaban cambiar de aires, aunque pocos deseaban arriesgarse a dejar escapar algo importante, los espectadores no tenían más que darse un paseo por el vestíbulo con la posibilidad de interactuar con los artífices de los espectáculos de animación programados en este espacio -una exhibición de tangos, un entregado intérprete de canción melódica, una narración de cuentos- o conseguir un peinado atrevido y gratuito proporcionado por dos peluqueros armados con el reclamo de "indumentaria para osadía". Mientras, el proyecto instalado en la sala Sebastià Gasch ofrecía una sesión continua de vídeos y películas que en la noche del sábado al domingo presentó algunas propuestas tan atractivas como el cortometraje Metro, del actor Achero Mañas. Junto a esta sala, en el único bar disponible para los asistentes al maratón se formaban largas colas de sedientos y hambrientos espectadores. No había posibilidad de buscar alternativas en los alrededores del Mercat porque quien abandonaba el edificio no podía regresar a él sin abonar de nuevo su entrada. Fue una de las pocas desventajas de la 15ª edición, que, pese a las limitaciones físicas, cerró sus puertas con un balance positivo en cuanto a calidad y a cantidad de espectáculos y público. El director del maratón, Juan Eduardo López, se mostraba muy satisfecho con el resultado de la decimoquinta cita, muy en sintonía con los objetivos marcados: "No pretendemos batir ningún récord en cuanto a número de espectáculos ni de asistentes. Queremos programar cosas que valgan la pena y asegurar que todas tendrán su público, y si es necesario acortar la oferta para lograrlo, lo haremos. Este año la gente ha estado muy atenta al escenario, se ha creado un ambiente muy bueno y ha habido programadores que se han pasado horas y horas dentro de la sala".

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