FRANCIA 98

Jacquet saca pecho

La goleada a Suráfrica permite a Francia suspirar de alivio

Escarbando por detrás de unos titulares altisonantes (obligatoriamente: el país organizador había goleado en su apertura) con que la prensa francesa saludó ayer la goleada de su selección (3-0) a la débil Suráfrica, laten aún los pulsos de la polémica que persigue al seleccionador Aimé Jacquet desde que se hizo cargo del equipo. Jacquet, un técnico retratado como un soso capataz, demasiado atado a los resultados, sin gusto por el riesgo, es el hombre encargado de cumplir una misión histórica: convertir en campeona a la segunda gran generación de talento francés. A los Zidane, Djorkaeff, He...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Escarbando por detrás de unos titulares altisonantes (obligatoriamente: el país organizador había goleado en su apertura) con que la prensa francesa saludó ayer la goleada de su selección (3-0) a la débil Suráfrica, laten aún los pulsos de la polémica que persigue al seleccionador Aimé Jacquet desde que se hizo cargo del equipo. Jacquet, un técnico retratado como un soso capataz, demasiado atado a los resultados, sin gusto por el riesgo, es el hombre encargado de cumplir una misión histórica: convertir en campeona a la segunda gran generación de talento francés. A los Zidane, Djorkaeff, Henry y compañía actuales no se hace más que parangonarles a los Platini, Giresse y Tigana de hace 15 años. Aquella generación fue maldita: ganó una Eurocopa, pero sucumbió en la semifinal de dos Mundiales. Y Jacquet, tal un gerente en una empresa en busca de resultados, llegó para aplicarles unas cuantas raciones de pragmatismo, para aplacarles la fantasía. Ése ha sido su gran pecado: no estar a la altura de la grandeza de sus jugadores. Y hasta el viernes ni siquiera los resultados le acompañaban. Aimé (amado, en francés) era ya el mal amado.El partido inaugural, así calentado, se había convertido en una prueba única, sin términos medios. O el infierno o la supervivencia. Hasta al luminoso Zidane, el genio creador, le había llegado el olor del miedo. "Lo importante será el resultado", había dicho antes. Por eso, después del resultado (un 3-0 en un partido sin rival), Jacquet no pudo evitar sacar su pequeño pecho. "La puerta grande está abierta", dijo. "Pido al público francés que confíe en su equipo, aunque hayan sido engañados por cierta prensa". Muy rápidamente, el camino de la revancha. Olvidaba también Jacquet que la goleada llegó, paradójicamente, por la lesión de su ariete de elección, el torpe Guivarc"h, y la entrada en el campo de otro de los criticados, Dugarry. En su descargo, sin embargo, habrá que citar como gesto de valentía la alineación en el once titular del joven Thiérry Henry, estrella lanzada desde el viernes.

Más información

Sobre la firma

Archivado En