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Luis Herrero publicaba esta semana una columna en La Vanguardia con el título Héroe o Chulo, en la que tomaba partido por Álvarez Cascos en su enfrentamiento con el presidente de la comunidad autónoma de Asturias. Sergio Marqués, argumentaba Herrero, intenta aprovecharse de la simpatía que genera siempre la posición de David contra Goliat, cuando en realidad lo que está haciendo es chulear al secretario general del partido que lo encumbró al lugar que ocupa. Pues, sin el apoyo de Álvarez Cascos, ¿ cómo hubiera podido Sergio Marqués llegar a ser presidente de Asturias ? No voy a terciar en una ...

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Luis Herrero publicaba esta semana una columna en La Vanguardia con el título Héroe o Chulo, en la que tomaba partido por Álvarez Cascos en su enfrentamiento con el presidente de la comunidad autónoma de Asturias. Sergio Marqués, argumentaba Herrero, intenta aprovecharse de la simpatía que genera siempre la posición de David contra Goliat, cuando en realidad lo que está haciendo es chulear al secretario general del partido que lo encumbró al lugar que ocupa. Pues, sin el apoyo de Álvarez Cascos, ¿ cómo hubiera podido Sergio Marqués llegar a ser presidente de Asturias ? No voy a terciar en una polémica sobre la que desconozco casi todo. Como casi todo el mundo. Pero sí creo que vale la pena hacer una reflexión general sobre lo que está ocurriendo y sobre lo que supone el procedimiento tradicional de selección de candidatos a presidente de comunidad autónoma o alcalde. La hipoteca que para un presidente o alcalde supone su designación por la dirección del partido no suele aflorar de manera tan dramática como está ocurriendo en Asturias. Pero puede hacerlo. Y en todo caso, es una hipoteca que existe y cuyos intereses tienen que ser periódicamente satisfechos. Una de las ventajas de las primarias es que hacen imposible espectáculos como el de Asturias. Cuando el candidato a presidente de una comunidad autónoma es elegido por los militantes del partido, es evidente que, a partir de ese momento, ningún dirigente nacional o regional del partido puede pretender ordenarle qué es lo que debe hacer. Se trata de una ventaja en la que no habíamos reparado, tal vez porque no se nos había pasado por la cabeza que se pudiera tratar públicamente a un presidente de una comunidad autónoma de la forma en que lo están tratando.( La forma en que lo estén tratando privadamente prefiero no imaginármelo). Pero a la vista de lo que está ocurriendo, creo que no está de más llamar la atención sobre la misma. Además de respetar la voluntad de los militantes, sirve también para respetar la de los electores.

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