Tribuna:

Renovación

LUIS DANIEL IZPIZUA Renovarse significa volver a ser nuevo, lo que entraña desprenderse de adherencias que el tiempo ha ido depositando como un traste. Conlleva, por lo tanto, un cierto grado de purificación, de reducción a un punto de partida. No se trata de volver al origen, sino de crear el origen, de abrazar un tiempo virginal, una vez superados los obstáculos que el tiempo gastado oponía a nuestra inmersión en el presente. renovarse es, precisamente, recuperar el presente que se nos escapaba. Esta superación del tiempo gastado, del tiempo que corrompe, encierra una exigencia ética y req...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

LUIS DANIEL IZPIZUA Renovarse significa volver a ser nuevo, lo que entraña desprenderse de adherencias que el tiempo ha ido depositando como un traste. Conlleva, por lo tanto, un cierto grado de purificación, de reducción a un punto de partida. No se trata de volver al origen, sino de crear el origen, de abrazar un tiempo virginal, una vez superados los obstáculos que el tiempo gastado oponía a nuestra inmersión en el presente. renovarse es, precisamente, recuperar el presente que se nos escapaba. Esta superación del tiempo gastado, del tiempo que corrompe, encierra una exigencia ética y requiere una praxis ascética. Conscientes de lo que nos enturbia y entorpece, para renovarnos debemos cambiar de conducta, pero debemos hacerlo desde, y a través de un despojamiento crítico: he ahí la ascesis.Toda renovación precisa de ese retorno a un punto esencial, ligero de equipaje, desde el que lanzar una mirada que fije una nueva perspectiva y oriente el rumbo a emprender. Esta desnudez central es fruto de la reflexión y su consecución un efecto de la palabra justa. Depurar el lenguaje que usamos, precisarlo, será pues tarea esencial de toda renovación verdadera. El lenguaje, en el que nos representamos, puede servirnos para falsearnos, de ahí la importancia que reviste es necesidad de precisión, de corrección en su uso: de la crítica, en definitiva, del lenguaje que usamos con frecuencia. Pero un cambio de actitud sí exige también una renovación del lenguaje. Hoy asistimos al proceso de cambio, surgido de la necesidad, de un gran partido: el PSOE. La necesidad nació de las pérdidas electorales, pero estas eran ya indicativas de un grave deterioro de su gestión y de la ausencia de un proyecto que liderara el futuro de los españoles. La definición de un nuevo proyecto político y una mayor democracia en los órganos del partido y en su actuación han de ser los dos ejes que orienten ese cambio. Pero no parece que esté ocurriendo así, sino que da más bien la sensación de que el objetivo único lo constituye el triunfo en las próximas elecciones, aunque para ello haya que recurrir tan sólo a los golpes de efecto. Incluso un acontecimiento democrático de primer orden, como lo fueron las elecciones primarias a candidato para la presidencia , parecen haberse desactivado a un golpe de efecto, e iniciativas posteriores dan la impresión de que se quiere neutralizar un proceso que despertó tantas expectativas democráticas. También entre nosotros, en Euskadi, el PSE-EE parece haber asumido como objetivo la renovación. al menos tenemos ya dividido el personal en renovadores e inmovilistas. La posesión del poder conlleva también el poder de nombrar, y no deja de ser curiosos que sean quienes ejercen el poder- en el partido y en las instituciones- quienes se definen a sí mismos como renovadores. El poder siempre se santifica a sí mismo y la santificación laica requiere de epítetos que estén en consonancia con los objetivos sagrados de la modernidad. Menciono dos de ellos, vacíos de contenido la mayoría de las veces por su función de servicio a la hipocresía social: renovadores y progresistas. A la hora de precisar los significados, sin embargo, se sigue disparando en la confusión y la acumulación. Así, Odón Elorza, quien hace de la acumulación un arte del vació: foralismo, federalismo asimétrico, profundización autonómica, todo vale y parece lo mismo. Añadamos a ello un poco de tercer milenio, Europa, ONGs y movimientos sociales, y el cocktail resulta actual y comme il faut. No obstante, uno no puede desprenderse de la impresión de que se trata de una elaboración huera para que todo siga como está. Eso sí, un periodista podrá calificar de out-sider a Odón Elorza -alcalde de San Sebastián. de la misma forma que Joaquín Leguina -ex presidente de la comunidad de Madrid- tendrá el natural desparpajo de definirse heterodoxo. Purito florilegio verbal, salvo que la sociedad abierta haya cubierto con creces sus promesas. Lástima que no viva Baudelaire, pues con tamaño triunfo de los out de todo, lo habríamos proclamado Sumo Pontífice.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En