Oiarzabal advierte que muchos himalayistas se apuntan "ochomiles" sin haber subido a la cima auténtica

El montañero alavés Juanito Oiarzabal mezclaba ayer satisfacción e indignación a partes iguales durante el análisis de su último éxito: hollar la cumbre del Dhaulagiri (8.167 metros), su duodécimo ochomil. Satisfacción por haber logrado vencer a la montaña tras dos expediciones y varias tentativas, e indignación por los "muchos" alpinistas que se atribuyen algunas de las cimas de la cordillera del Himalaya, entre ellas el propio Dhaulagiri, sin conseguirlas estrictamente. Según Oiarzabal, estos montañeros ascienden hasta cumbres secundarias o antecimas pero en su palmarés las hacen figurar com...

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El montañero alavés Juanito Oiarzabal mezclaba ayer satisfacción e indignación a partes iguales durante el análisis de su último éxito: hollar la cumbre del Dhaulagiri (8.167 metros), su duodécimo ochomil. Satisfacción por haber logrado vencer a la montaña tras dos expediciones y varias tentativas, e indignación por los "muchos" alpinistas que se atribuyen algunas de las cimas de la cordillera del Himalaya, entre ellas el propio Dhaulagiri, sin conseguirlas estrictamente. Según Oiarzabal, estos montañeros ascienden hasta cumbres secundarias o antecimas pero en su palmarés las hacen figurar como las auténticas. La ascensión al Dhaulagiri ha permitido a Oiarzabal consolidar su posición de privilegio entre los alpinistas españoles, al ser el que más montañas superiores a ocho mil metros ha subido. El Dhaulagiri es el duodécimo ochomil de su carrera, lo que le sitúa a tan sólo dos de conquistar las catorce cimas más altas de la tierra. Oiarzabal reconoció que estuvo a punto de renunciar a hollar el Dhaulagiri o La Montaña de las Tormentas ante las inclementes condiciones meteorológicas. "El Dhaulagiri", señaló, "no es complicado, es relativamente fácil subirlo, pero está aislado y, por lo tanto, muy expuesto al viento. Después de varios intentos frustrados y ver que los días pasaban, estuvimos tentados de dejarlo y atacar otra cima, pero al final apostamos por subir el Dhaulagiri". Entre esos intentos frustrados, hay uno que dolió de manera especial a Oiarzabal y que le dio pie ayer a advertir contra las artimañas empleadas por algunos himalayistas. "Nos habían informado que se podía acceder a la cumbre por lado este y decidimos atacar por ahí. Pero al llegar a la cima nos dimos cuenta de que no era la principal, sino una secundaria. Desde esa posición era imposible acceder a la principal, así que, después de varios intentos, desistimos y regresamos al campamento". Oiarzabal y sus dos compañeros de expedición, Juan Vallejo y Luis Ángel Rojo, se informaron en el campamento base sobre lo que había ocurrido. "Preguntamos si esa antecima era homologable y nos dijeron que no era válida", indicó el montañero vitoriano. "Todos los que han seguido esa ruta por el este", insistió, "no han subido el Dhaulagiri. Allá cada cual con su conciencia. Ocurre mucho en el Himalaya". En esta tesitura, Oiarzabal, embarcado en plena carrera por alcanzar los catorce ochomiles, decidió afrontar la montaña por la ruta oeste, y consiguió hacer cima con los hermanos Iñurrategi, que integraban otra expedición. Precisamente, su próximo objetivo, el Shisha Pangma -que afrontará entre setiembre y octubre- también plantea un problema similar. Esta montaña tiene tres cumbres diferenciadas y la más fácil de todas, la central, no llega a los ocho mil metros pero el Gobierno chino le atribuye 8.008 metros para sacar más divisas. "Para subir a la verdadera cima, de 8.048 metros, hay que atravesar una zona de gran peligro de avalanchas o subir a la central y después llegar hasta ella a través de una arista muy peligrosa. Casi nadie llega hasta la cumbre buena, aunque después cuenten que han subido al Shisha", señaló Oiarzabal.

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