El propietario del geriátrico de Reus afirma que la acusación es un montaje

Josep Maria Mengual, el propietario del geriátrico de Reus Catalunya Llar, afronta una pena de 68 años de cárcel acusado de cuatro homicidios, dos imprudencias temerarias con resultado de muerte y seis detenciones ilegales. En la residencia que regentaba con su esposa fallecieron 18 ancianos desde abril hasta diciembre de 1994 -algunos de ellos a la semana de ser ingresados- por ingestión masiva de fármacos sedantes.

Después de conocer el escrito de acusación del fiscal jefe de la Audiencia, Mengual afirma que todo es un montaje y que lo sucedido es fruto de aceptar en el geriátrico a e...

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Josep Maria Mengual, el propietario del geriátrico de Reus Catalunya Llar, afronta una pena de 68 años de cárcel acusado de cuatro homicidios, dos imprudencias temerarias con resultado de muerte y seis detenciones ilegales. En la residencia que regentaba con su esposa fallecieron 18 ancianos desde abril hasta diciembre de 1994 -algunos de ellos a la semana de ser ingresados- por ingestión masiva de fármacos sedantes.

Después de conocer el escrito de acusación del fiscal jefe de la Audiencia, Mengual afirma que todo es un montaje y que lo sucedido es fruto de aceptar en el geriátrico a enfermos terminales, "rechazados por otros centros y por sus propios familiares". Mengual, de 42 años y licenciado en Bellas Artes, dice que posee numerosas pruebas que demuestran que alguien ha urdido una confabulación contra él y que será capaz de "tirar de la manta", porque él no es "un sacerdote con secreto de confesión", en referencia a las muchas conversaciones que tuvo con los ingresados, que le explicaron, según él, los problemas y rencillas con sus respectivos hijos y otros familiares. "En agosto de 1994 me enteré de que dos de mis empleadas querían montar una residencia ilegal en un piso y pretendían llevarse a los ancianos que gozaban de buena salud", manifiesta; "por este motivo me negué a renovarles el contrato". Mengual cree que fue aquí donde empezó toda la trama, las dos asistentes denunciaron las presuntas irregularidades ante Comisiones Obreras, que a su vez redactó un informe y lo entregó a la fiscalía. El propietario afirma que puede desmontar una por una todas las acusaciones y que, leyendo las conclusiones provisionales, "alguien puede pensar que aquello era el geriátrico de los horrores". Mengual afirma que eso no era cierto. "Tan sólo las autopsias que realiza el forense Frontela revelan grandes dosis de fármacos tranquilizantes como Transilium, Dormodor o Haloperidol. El resto de autopsias y los análisis del Instituto de Toxicología indican que las dosis eran normales. En el único paciente que se detecta cierto exceso es en uno que procedía de un hospital psiquiátrico. En el resto, nada de nada". Respecto a la acusación de malos tratos y vejaciones a los ingresados, Mengual se pregunta: "¿Alguien puede imaginar por un momento que nosotros dábamos de beber colonia y perfume a un anciano tal como afirma el fiscal? Se cree que somos unos bárbaros o depravados ¿o qué?". En la residencia, con capacidad para 25 ancianos, sólo estaban ingresados 26, que eran atendidos por siete personas. "La ley especifica un asistente para cada anciano", comenta Mengual. "La mayoría eran enfermos en fase terminal, agonizantes, rechazados por los hospitales y que los familiares me entregaban a mí para cuidarlos". "Mire", espeta Josep Maria Mengual, "les cobrábamos unas 80.000 pesetas al mes. Si algunos vivieron seis días cobré de ellos 8.000 pesetas. ¿O sea, que en teoría he cometido todas esas barbaridades de las que me acusa el fiscal por 8.000 pesetas? ¿No ve que todo es falso?".

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