El triunfo de Lébed en Krasnoyarsk abre su camino hacia el Kremlin

Al filo de las tres de la madrugada de hoy (seis horas menos en la España peninsular), Alexandr Lébed entró silbando y con una sonrisa de oreja a oreja en la sala de su cuartel general. Tenía motivos para estar contento: los resultados provisionales le convertían ya, cuatro horas después del cierre de los colegios electorales, en nuevo gobernador de la región siberiana de Krasnoyarsk, del tamaño de cuatro Francias aunque con sólo tres millones de habitantes. Más aún, le situaban como el candidato que habrá batir dentro de dos años cuando se libre la gran batalla para relevar a Borís Yeltsin en...

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Al filo de las tres de la madrugada de hoy (seis horas menos en la España peninsular), Alexandr Lébed entró silbando y con una sonrisa de oreja a oreja en la sala de su cuartel general. Tenía motivos para estar contento: los resultados provisionales le convertían ya, cuatro horas después del cierre de los colegios electorales, en nuevo gobernador de la región siberiana de Krasnoyarsk, del tamaño de cuatro Francias aunque con sólo tres millones de habitantes. Más aún, le situaban como el candidato que habrá batir dentro de dos años cuando se libre la gran batalla para relevar a Borís Yeltsin en la presidencia rusa.

Cuando ya salía el sol, con más del 90% de los votos escrutados, el general retirado que llevó la paz a Chechenia contaba con el 57% de los votos, 19 puntos por delante de su rival, el gobernador Valeri Zúbov. En tan sólo seis semanas de agotadora campaña, en la que celebró más de cien mítines y recorrió decenas de miles de kilómetros, Lébed dejó en ridículo a las encuestas que profetizaban que sufriría un descalabro que acabaría con su efímera vida política. Claro que, como él mismo dijo la pasada madrugada, «un tigre no podía perder en el año del tigre» del calendario chino.

Temor común

De poco le sirvió a Zúbov el respaldo de Borís Yeltsin, del líder comunista Guennadi Ziugánov, del alcalde de Moscú Yuri Luzhkov y hasta del histriónico líder ultranacionalista Vladimir Zhirinovski. Todos ellos formaron, por encima de sus tremendas diferencias, una coalición de intereses basada en el temor común a quien consideran un rival peligroso a quien les gustaría poner fuera de combate, y cuanto antes mejor. (Zúbov reconoció la victoria de su adversario y le felicitó por ella a través de la televisión, según informa France Presse. «Alexandr Lébed a ganado el sillón de gobenador y yo le he frenado en su progresión hacia el sillón presidencial», aseguró no obstante Zúbov.)Ya en la primera vuelta, celebrada el 26 de marzo, y también contra pronóstico, Lébed obtuvo el 45% de los votos, frente al 35% de Zúbov. El 13% de sufragios del comunista Piotr Romanov podría haber inclinado ayer la balanza del lado contrario, pero la organización regional del partido se negó a seguir las consignas de Moscú y optó por la neutralidad.

Que el viento soplaba a favor de Lébed era ya evidente con las urnas aún abiertas. Algunos de los votos obtenidos ayer fueron especialmente significativos. Como el de Vladímir Pavlovski, director del periódico más importante de la región, El Trabajador de Krasnoyarsk , el 50% de cuyas acciones pertenece por cierto a la administración regional. O el de Valeri Kirilets, el candidato de los liberales de Yabloko que quedó descartado en la primera ronda. Este último aseguró incluso que el general llegará al Kremlin en el año 2000, aunque reservó para su propio líder y candidato in péctore Grigori Yavlinski, el puesto de primer ministro.

Presagio de derrota

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El cuartel general de Lébed fue durante todo el día de ayer un hervidero de colaboradores, simpatizantes y periodistas rusos y extranjeros. En el de Zúbov sólo hubo una secretaria. Un presagio de la derrota.El general, de 48 años, que nació el mismo día (20 de abril) que Hitler y Napoleón, evitaba al filo de la madrugada hablar demasiado de lo que va a hacer para levantar a Krasnoyarsk, con el argumento de que la comisión electoral aún no había proclamado su victoria y de que «no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo». Pero adelantó que invitará a su toma de posesión al presidente de Chechenia, Aslán Masjádov, y dijo que está a favor de la evolución pero no de la revolución, y que intentará colaborar con Borís Yeltsin y evitar el choque frontar con él. Es dudoso que el líder del Kremlin le dé esa oportunidad.

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