FÚTBOL 34ª JORNADA DE LIGA

Riazor vive del pasado ante el Salamana

Acudir a Riazor es visitar una casa antigua que ha consumido su esplendor. Sólo algún mueble arrinconado a algún tapiz cubierto de telarañas evoca el glorioso pasado del lugar. Ante la contemplación de la decadencia, las visitas suelen ponerse nostálgicas. Ayer, afligida por el enésimo ejercicio de incompetencia de su equipo, la gente de Riazor se entretuvo coreando los nombres de los héroes huidos, del mágico Bebeto al gladiador Claudio. Sólo el recuerdo mantiene en pie a una afición castigada con un fútbol infame.El partido se decidió en un minuto, que, para alimento de supersticiosos, fue a...

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Acudir a Riazor es visitar una casa antigua que ha consumido su esplendor. Sólo algún mueble arrinconado a algún tapiz cubierto de telarañas evoca el glorioso pasado del lugar. Ante la contemplación de la decadencia, las visitas suelen ponerse nostálgicas. Ayer, afligida por el enésimo ejercicio de incompetencia de su equipo, la gente de Riazor se entretuvo coreando los nombres de los héroes huidos, del mágico Bebeto al gladiador Claudio. Sólo el recuerdo mantiene en pie a una afición castigada con un fútbol infame.El partido se decidió en un minuto, que, para alimento de supersticiosos, fue además el precio de la segunda parte. El Deportivo se había pasado la tarde ahogándose en su desconcierto. Y la situación adquirió tal cariz que hasta fallaban los valores más seguros; o sea, Songo'o, quien entregó un balón a la delantera del Salamanca. Pauleta, sin portero, sin defensas, sin nada excepto el aire protegiendo la meta, rebasó los límites de lo inverosímil y tiró fuera. En la jugada siguiente, Stelea no atrapó la pelota y Bassir mostró más tino para aprovechar el regalo.

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Incluso por ese modo tan azaroso de resolverse el partido, la tarde invitó a la depresión. Por la lluvia, por el ejercicio de nostalgia del público y por la miseria blanquiazul. El Salamanca tampoco hizo mucho por elevar el tono, pero estuvo en su papel: un equipo ordenado y pulcro, con algunos futbolistas interesantes como Rogerio o Giovanella, pero al que le faltó desparpajo para aprovecharse de la languidez gallega. Y su ofensiva llegó demasiado tarde.

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