Tribuna

El Oviedo y la duda permante

Por la izquierda. El Madrid movía bien la pelota y llegaba con claridad arriba. Su fútbol ganaba en velocidad en el último tercio de campo. Para progresar utilizaba básicamente la banda izquierda, donde Amavisca y Roberto Carlos conectaban muy bien. El brasileño se sumaba con asiduidad al ataque. Por fuera, llegaba bien al fondo, sacando buenos centros.Lentos. Dos despistes acabaron con el Oviedo. Ni Manel ni Abel Xavier intuyeron el pase fácil de Amavisca sobre Roberto Carlos en el gol de Morientes. En el segundo, César le dio demasiados metros a Raúl. Excesivamente lentos de re...

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Por la izquierda. El Madrid movía bien la pelota y llegaba con claridad arriba. Su fútbol ganaba en velocidad en el último tercio de campo. Para progresar utilizaba básicamente la banda izquierda, donde Amavisca y Roberto Carlos conectaban muy bien. El brasileño se sumaba con asiduidad al ataque. Por fuera, llegaba bien al fondo, sacando buenos centros.Lentos. Dos despistes acabaron con el Oviedo. Ni Manel ni Abel Xavier intuyeron el pase fácil de Amavisca sobre Roberto Carlos en el gol de Morientes. En el segundo, César le dio demasiados metros a Raúl. Excesivamente lentos de reacción tanto física como mentalmente. No sacaron ninguna rentabilidad a las facilidades que encontró por la banda izquierda. El error de Dely Valdés en una gran ocasión les dejó en la duda permanente.

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En defensa. A los madridistas los problemas les llegaban en los balones del Oviedo a la espalda de Panucci. Sanchís y Fernando Sanz tuvieron que multiplicarse en defensa. Ambos mostraron un gran sentido de la anticipación, recuperando muhos balones. Redondo también colaboró mucho en esta tarea.

Desánimo. Las pretensiones del Oviedo tras el descanso se vinieron abajo muy pronto. Un nuevo error esta vez de Esteban sembró, el desánimo más absoluto. La presencia en el área del Madrid fue anecdótica. Al gol de Valdés le siguió un disparo al palo que pudo meterles de nuevo en el partido. Con una connivencia casi total acabó sucumbiendo a la magia e inspiración de un Madrid pletórico, con acciones de gran nivel y un Raúl que obtuvo la recompensa de dos goles.

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