Cartas al director

¡Todo el poder a las ciudades!

En multitud de reflexiones, a veces más intuidas que meditadas, percibo la necesidad de hallar un proyecto de futuro, de vida, galvanizador e ilusionante. Algo que recupere la idea de un futuro mejor como seres humanos, algo que destierre el individualismo extremista que nos rodea, algo constructivo, plausible, no utópico, algo que nos impulse más allá de nuestras barreras mentales permitiéndonos ver una nueva meta, una incipiente frontera.Acerquemos el poder a la gente, demos el privilegio del poder a los Ayuntamientos, aprovechemos la inercia de supraestatalidad europea, creando la gran Euro...

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En multitud de reflexiones, a veces más intuidas que meditadas, percibo la necesidad de hallar un proyecto de futuro, de vida, galvanizador e ilusionante. Algo que recupere la idea de un futuro mejor como seres humanos, algo que destierre el individualismo extremista que nos rodea, algo constructivo, plausible, no utópico, algo que nos impulse más allá de nuestras barreras mentales permitiéndonos ver una nueva meta, una incipiente frontera.Acerquemos el poder a la gente, demos el privilegio del poder a los Ayuntamientos, aprovechemos la inercia de supraestatalidad europea, creando la gran Europa de la redistribución, de la seguridad, garante de las libertades individuales y colectivas, de grandes infraestructuras. En fin, una Europa de grandes metrópolis y pequeños núcleos urbanos rurales a preservar. Una Europa con el poder puesto en manos de los ciudadanos y de sus representantes más próximos. Un proyecto llamado UE (unión de ciudadanos europeos), que destierre de una vez las divisiones, fronteras y las anacrónicas estructuras estatales o nacionales heredadas de tiempos pretéritos y no siempre mejores.-

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