En el Guggenheim

Después de haber visitado el Museo Guggenheim de Bilbao el pasado día 14 de febrero y haber percibido que existe un nuevo tipo de espacios para nuevos tipos de obras más interactivas, no podemos dejar de expresar nuestra contrariedad.No se puede limitar la relación entre el experimentador de arte, las obras y el espacio que las envuelve. Es sólo el autor quien puede decidir y decide las condiciones de su obra. Las características de una obra no deben ni pueden acabar de ser definidas por un vigilante de sala: "¡No se puede mirar desde atrás!". ¿Y por debajo?

Si existe esa dimensión / po...

Después de haber visitado el Museo Guggenheim de Bilbao el pasado día 14 de febrero y haber percibido que existe un nuevo tipo de espacios para nuevos tipos de obras más interactivas, no podemos dejar de expresar nuestra contrariedad.No se puede limitar la relación entre el experimentador de arte, las obras y el espacio que las envuelve. Es sólo el autor quien puede decidir y decide las condiciones de su obra. Las características de una obra no deben ni pueden acabar de ser definidas por un vigilante de sala: "¡No se puede mirar desde atrás!". ¿Y por debajo?

Si existe esa dimensión / posibilidad es porque el autor no la ha limitado; por tanto, existen esas posibilidades para todo aquel que quiera percibirlas y no han de ser reducidas.

Se trataba de una instalación de vídeo en directo. Dos paneles casi paralelos formaban un pasillo al final del cual había dos pantallas de televisión apoyadas en el suelo, una encima de la otra. El final de dicho pasillo contemplaba la posibilidad de ser observado desde fuera de la instalación, ya que el autor debió de haber decidido no taparlo.

Es peligroso y va contra el progreso que la "divulgación del arte", como se presenta el Museo Guggenheim en sus folletos, esté en manos de un colectivo de no entendidos que actúan cada uno por su cuenta.

¡La consecuencia es limitación!-