Tribuna:

Corporativo

Toda época tiene sus peligros y sus monstruos. En tiempos antiguos, el riesgo estaba, por ejemplo, en las incursiones de piratas o incluso en los dragones de achicharrantes fauces. Los dragones de nuestra sociedad posindustrial son los grupos de poder y sus abusos. El ciudadano a menudo se siente inerme ante el aplastante entramado burocrático y, sobre todo, corporativo. Como en el caso real que voy a contar.Susana C., madre de una niña, se separa de su marido. En la disputa legal por la hija, él recurre a una psicóloga, Josefina N., que presenta un informe ante el juez declarando que la madre...

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Toda época tiene sus peligros y sus monstruos. En tiempos antiguos, el riesgo estaba, por ejemplo, en las incursiones de piratas o incluso en los dragones de achicharrantes fauces. Los dragones de nuestra sociedad posindustrial son los grupos de poder y sus abusos. El ciudadano a menudo se siente inerme ante el aplastante entramado burocrático y, sobre todo, corporativo. Como en el caso real que voy a contar.Susana C., madre de una niña, se separa de su marido. En la disputa legal por la hija, él recurre a una psicóloga, Josefina N., que presenta un informe ante el juez declarando que la madre tiene una "fuerte inestabilidad emocional", presenta características "psicopáticas" y no está capacitada para responsabilizarse de su hija. Pero el casó es que la tal psicóloga no ha visto ni una sola vez a Susana y que el informe se basa enteramente en lo que le ha dicho el marido. No escribo el apellido de Josefina N., aunque se lo merece, por escrúpulo profesional (no sé si ella entenderá estas palabras), ya que no le doy lugar a defenderse; además, y por desgracia, al parecer no es la única en comportarse así.

Susana presenta una denuncia contra N. en el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña. El colegio marea la perdiz durante muchos meses, hasta que al fin abre un expediente disciplinario y dictamina que la conducta de N. es constitutiva de una falta leve. Lo cual ya tiene su miga, porque no se me ocurre qué otra tropelía profesional puede ser peor. Pero lo más asombroso es que, además, y dado que las faltas leves pierden su vigencia a los tres meses, dan por prescrito el caso y lo archivan. Linda manera, de actuar: fue el colegio quien se pasó de plazo, con su inepcia o, no quiero sospecharlo, su interesada tardanza. Con estas actitudes, en fin, llenan de inseguridad el tránsito social. Son los herederos de los viejos piratas.

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