Cartas al director

Villancicos

Les escribo para comentar un hecho que me conmovió durante la Nochebuena. Soy una persona adulta, que pasé mi infancia en Madrid aunque posteriormente he vivido durante muchos años en el extranjero, dedicado a tareas docentes en universidades y centros universitarios europeos.Esa noche, tan señalada, había ido a cenar al domicilio de un familiar. Tiene su casa situada en la plaza del Conde de Valle de Suchil, cerca de la calle de Vallehermoso.

Pues bien, después de la cena y tras seguir la habitual trayectoria por los recuerdos familiares, por la historia del Madrid de mi infancia y otr...

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Les escribo para comentar un hecho que me conmovió durante la Nochebuena. Soy una persona adulta, que pasé mi infancia en Madrid aunque posteriormente he vivido durante muchos años en el extranjero, dedicado a tareas docentes en universidades y centros universitarios europeos.Esa noche, tan señalada, había ido a cenar al domicilio de un familiar. Tiene su casa situada en la plaza del Conde de Valle de Suchil, cerca de la calle de Vallehermoso.

Pues bien, después de la cena y tras seguir la habitual trayectoria por los recuerdos familiares, por la historia del Madrid de mi infancia y otros destinos, cuando me encontraba frente a la chimenea conversando en paz y buena compaña, de la plaza escuché cómo subía una suerte de serenata de villancicos, cantada con calor y. afecto.

En un principio, creí que podría tratarse de un tocadiscos o de una cadena, como se dice ahora. Pero no: tras asomarme a la ventana, pude comprobar que se trataba de música de verdad, cantada por gente de verdad que, en una noche así, se había tomado la molestia de dejar sus hogares y salir a la calle, en medio del gran frío reinante, para dibujar sobre la noche una pincelada de belleza y alegría.

Noche de paz hasta el Tannenbaum, Los peces en el río y otros villancicos, surgieron de las gargantas de aquellas personas que tienen la suerte de conservar la memoria y la capacidad de hacer cosas bonitas como aquélla. Durante un minuto, aquel hecho me recordó a mi infancia, también al espíritu de la Navidad, que, aunque se trate de una Fiesta cristiana, no es exclusivo de ninguna religión, sino que consiste en un canto a la solidaridad y, aunque suene cursi a algunos oídos, también es un canto al amor entre los seres humanos.

Bueno, pues quiero enviar mi felicitación a los jóvenes, adultos y adolescentes, hombres y mujeres, que hicieron en esta Nochebuena de 1997 un gesto tan bello como el de cantar para todos, en medio de una plaza, sin molestar a nadie y sembrando alegría y bondad entre los vecinos.

Gracias pues y, por favor, no olviden ustedes, los que cantaron este año, proseguir su serenata el ano que viene, y el otro, y los demás. Ha sido una suerte escucharles.

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