¡Perdedores al tren!

La escena se repite todas las mañanas en la estación de Groningen. Los jugadores eliminados esperan al tren, generalmente con mucho equipaje, que incluye el ordenador y las revistas y libros técnicos. Acostumbrados a los torneos largos por sistema de liga, les cuesta asumir que éste ya se ha acabado para ellos. Especialmente deprimidos están quienes se equivocaron, por la presión de reloj, en una posición ganadora.Las derrotas en el deporte mental quizá duelan más que en otros, sobre todo los de equipo, que permiten desahogar la tensión gritando a un compañero; protestando al árbitro o simplem...

La escena se repite todas las mañanas en la estación de Groningen. Los jugadores eliminados esperan al tren, generalmente con mucho equipaje, que incluye el ordenador y las revistas y libros técnicos. Acostumbrados a los torneos largos por sistema de liga, les cuesta asumir que éste ya se ha acabado para ellos. Especialmente deprimidos están quienes se equivocaron, por la presión de reloj, en una posición ganadora.Las derrotas en el deporte mental quizá duelan más que en otros, sobre todo los de equipo, que permiten desahogar la tensión gritando a un compañero; protestando al árbitro o simplemente corriendo. Durante las cinco horas que dura una partida por término medio, los ajedrecistas deben reprimir sus nervios; el desahogo se limita a pasear por la sala o tomar un refrigerio. Practican el único deporte en el que se mantiene una lucha muy intensa durante tanto tiempo sin tocar al adversario, ni relajar la concentración.

Con el nuevo sistema de copa, la frustración de los derrotados es aún mayor, como expresaba el búlgaro Véselin Topálov, 5º del mundo, residente en Las Palmas: "Me he preparado durante meses para este Mundial. He cuidado mi forma física, psicológica y técnica. Llego aquí, empato la primera partida, pierdo la segunda por un error de planteamiento, y se acabó. Otros llegan sin apenas entrenamiento, y ganan. Así es la vida".