Tribuna

Resuelto el enigma del siglo

Por la tarde, esperando el partido, me di una vuelta por la Rambla de Catalunya y vi a mucha gente en las terrazas de los cafés aguardando también el partido, sentados boquiabiertos, como si ya miraran la televisión, como si el Barcelona de Van Gaal les estuviera dando ya una nueva e inesperada sorpresa. Pero me pareció ver dos tipos diferentes de boquioabiertos. Por un lado, estaban los que parecían estar presenciando el mejor partido del Barça de todos los tiempos, la súbita revelación de que hemos fichado a un entrenador extraordinaríamente prestigioso que sin embargo está aprendiendo a ser...

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Por la tarde, esperando el partido, me di una vuelta por la Rambla de Catalunya y vi a mucha gente en las terrazas de los cafés aguardando también el partido, sentados boquiabiertos, como si ya miraran la televisión, como si el Barcelona de Van Gaal les estuviera dando ya una nueva e inesperada sorpresa. Pero me pareció ver dos tipos diferentes de boquioabiertos. Por un lado, estaban los que parecían estar presenciando el mejor partido del Barça de todos los tiempos, la súbita revelación de que hemos fichado a un entrenador extraordinaríamente prestigioso que sin embargo está aprendiendo a ser un entrenador dé verdad dirigiendo al Barcelona, que el una institución en el mundo del fútbol tan totalmente distinta a todas que ofrece a los entrenadores con cierto talento la disyuntiva de convertirse en el entrenador más genal del mundo o fracasar hasta llegar incluso al ridículo más espantoso.Por un lado estaban los que parecían estar presenciando el imapagable espectáculo de cómo un hombre como Van Gaal en tres meses acababa de convertirse en Madrid en un genio universal, con sus ocurrencias, estilo poner de titular a Iván para después despislar a todos, substituyéndolo por Abelardo; estilo convertir a Hesp y Coutó en los mejores jugadores de todos los tiempos; estilo utilizar al máximo el talento de Rivaldo, Luis Enrique y Giovanni.

Por el otro lado, estaba un tipo de boquiabiertos distinto. Eran los que parecían estar presenciando el peor partido del Barca de todos los tiempos, con una defensa formada por Figo, De la Peña y Rivaldo, un coladero que permitía al Madrid ganar por 7-0 y demostrar que Van Gaal es en resalidad un personaje de Peter Handke disfrazado de entrenador holandés.

Como los dos tipos tan distintos de boquiabiertos, yo me pasé la tarde esperando el partido. Y presenciamos uno de los últimos capítulos de la puesta en escena del gran enigma del siglo. ¿Es o no es un gran entrenador Van Gaal? A tenor de lo visto, vimos una gran película de misterio con final apoteósico: 2-3 No es que tengamos equipo, sino que Van Gaal es el mejor entrenador el mundo.

Enrique Vila-Matas es escritor.

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