CONVULSIÓN EN LOS MERCADOS FINANCIEROS

La avalancha de órdenes colapso el sistema informático de contratación de la Bolsa

El sistema electrónico de cotización de la Bolsa no aguantó. Poco antes de las cuatro de la tarde de ayer, recién iniciada la sesión en Wall Street, con una pérdida en el índice Ibex del 13%, más de una docena de valores con la cotización suspendida y el pesimismo a flor de piel, el sistema informático comenzó a flaquear. No admitía las órdenes -casi todas de venta- y los operadores empezaron a ponerse nerviosos. Luego que peor. El índice Dow Jones empezó a subir y allí fue Troya. Quienes habían dado orden de venta, querían anular y comprar. Resultado: bloqueo total. A las 16.45 horas, con Wal...

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El sistema electrónico de cotización de la Bolsa no aguantó. Poco antes de las cuatro de la tarde de ayer, recién iniciada la sesión en Wall Street, con una pérdida en el índice Ibex del 13%, más de una docena de valores con la cotización suspendida y el pesimismo a flor de piel, el sistema informático comenzó a flaquear. No admitía las órdenes -casi todas de venta- y los operadores empezaron a ponerse nerviosos. Luego que peor. El índice Dow Jones empezó a subir y allí fue Troya. Quienes habían dado orden de venta, querían anular y comprar. Resultado: bloqueo total. A las 16.45 horas, con Wall Street en franca recuperación, el mercado cerró 45 minutos.

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La sesión estuvo interrumpida casi una hora y finalizó a las 18.30 horas, en un ambiente agitado que dejó para la estadística 235.000 millones de pesetas negociados, buenas comisiones para los intermediarios y beneficios de hasta el 30% para los inversores más avisados o con más suerte. Aquéllos, por ejemplo, que compraron por la mañana acciones de Cortefiel a 4.220 pesetas y pudieron venderlas, poco antes de las 18.30 horas a 5.500 pesetas.En la sede de AB Asesores, muy cerca de la Bolsa de Madrid, los operadores comentaban una y otra vez las incidencias de una jornada plagada de sensaciones, al estilo de la ducha escocesa: del calor al frío en minutos.

La mesa de contratación, agitada durante la mañana, echó chispas por la tarde. Muy especialmente, a partir de las 16.25 horas, cuando el Dow Jones, que llegó a perder en media hora un 2.5%, "se dió la vuelta", según el argot bursátil, y marcó una ganancia del 0, 15% . "Los inversores aplauden en la Bolsa de Madrid", señalaba poco después la pantalla de información de Reuters.

Los aplausos expresaban el alivio por el fallo en las predicciones. A las tres de la tarde, a Natalia, una joven operadora de AB Asesores, le habían transmitido el ambiente de Wall Street: se esperaba una caída a la apertura de 350 puntos que podría llegar a 550 puntos.

En ese momento, la situación de los mercados latinoamericanos se calificaba por los especialistas de AB de "masacre". Desde Argentina a México, los mercados se habían desplomado sin paliativos.

El desastre no se confirmó finalmente y Sebastián, uno de los pocos clientes que se había interesado por comprar en lo peor de la tarde vio confirmada su intuición. Ayer fue un día para ejercer de cazador de gangas y disfrutar de la futura recuperación.

Liquidez

"La clave de la jornada" explicaba uno de los responsables de AB, Santiago Eguidazu, "ha sido la liquidez que ha demostrado el sistema". Eguidazu recordaba el crash de 1987, cuando a diferencia de lo sucedido estos días, las riadas de papel que salían a la venta no encontraban comprador. Porque ayer sí lo encontraban. ¿Quién compró y elevó el volumen hasta más allá de los 200.000 millones? Los rumores en la mesa de contratación apuntaban a las cajas de ahorro: "Las andaluzas han entrado fuerte en Sevillana [de Electricidad], me dicen" aseguraba Natalia; "los bancos y los clientes institucionales también han comprado", señalaba otro operador.En los fondos de inversión, también se notó la agitación. Los teléfonos de atención al cliente de las gestoras de los fondos echaron humo. No en vano, cuentan con casi seis millones de partícipes y con un patrimonio ligeramente superior a los 25 billones de pesetas.

Los más intraquilos eran los 516.000 españoles que tienen sus ahorros en fondos de inversión de renta variable, aunque la inquietud también llegaba a los 280.000 ahorradores que han optado por los fondos de renta variable mixta.

Al otro lado de la línea telefónica (o de la ventanilla, porque las sucursales de bancos y cajas también tuvieron una afluencia superior a la media), los gestores trataban de contener la avalancha. "Esto es una mera corrección". "La Bolsa estaba muy alta. Pero a pesar de la caída, usted tendrá más rentabilidad con esta inversión que con la deuda pública". Éstos eran algunos de los argumentos utilizados por los gestores para calmar ánimos.

"La oleada de peticiones de información", explicaban, 11 no se ha traducido en un huida masiva". Sin embargo, reconocían que sí ha habido más deserciones que en un día normal.

Algunas gestoras aseguran que en los dos días de tormenta se ha escapado en torno a un 1% de los fondos de renta variable o mixta que controlan. Ambos tipos suman el 10% del total del patrimonio acumulado en los fondos, es decir, 2,5 billones de pesetas. Una extrapolación ligeramente arriesgada de estos datos colocaría esa fuga en unos 25.000 millones de pesetas.

La agitación del día provocó que en Barcelona, la Bolsa estuviera llena a rebosar. Más de un millar de personas, cifra que casi triplica la de un día no mal, acudieron al parqué del Paseo de Gràcia. Por la mañana, las caras eran largas, coincidiendo con la caída de cotizaciones que rozó el tope del 15%. Y las mismas caras se pusieron más alegres por la tarde cuando las cosas mejoraron y algunos pudieron reducir sus pérdidas. Los que peor lo pasaron fueron los que vendieron primero.

"Aquí hay gente que ha malvendido a primera hora empujada por los nervios y luego alguien ha podido vender más caro cuando el precio subía", resumía Luis Fernández, de la sociedad GVC. Los operadores destacaban que había liquidez y todo el que quería vender podía hacerlo porque había bancos y aseguradoras dispuestos a comprar barato todo lo que salía. La excepción se dió en algún mostrador de la Bolsa de Barcelona donde se ofrecían a la venta acciones de Ercros y de Lain y no aparecía contrapartida compradora.

"Nosotros actuamos a largo plazo y sabemos que no hay motivos económicos en esta caída aunque los precios pueden tardar en recuperarse un tiempo", decía un experto de una gran aseguradora pendiente de las pantallas.

Jaume Torres, de la firma Gaesco, ponía su vista en los futuros para tratar de adivinar por dónde irían las cosas. "Los precios de los futuros están por debajo de los del día y eso significa que la caída será mayor. Mire, el índice IBEX a futuro está a 5.403", decía Torres. El operador acertaba. Justo antes de que abriera la Bolsa de Nueva York los futuros subieron y el mercado del día a día empezó a subir.

Despreocupado

A Luis Vives, uno de los más veteranos bolsistas de Barcelona, la debacle no le preocupaba demasiado. Vives presume de saber comprar y de no vender si no es a largo plazo. "Tengo cosas compradas desde el 92 cuando hubo aquella bajada".Vives, que encarna a la perfección el papel de inversor paciente, estaba en línea con las recomendaciones que daba el presidente de la Bolsa de Barcelona, Joan Hortalà: "Diversificación, disponibilidad y duración de la inversión".

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