El auge de la extrema derecha amenaza la continuidad laborista en Noruega

Los noruegos comenzaron ayer a acudir a las urnas en algunas comunas, y lo harán en todo el país durante el día de hoy para elegir los 165 diputados del Parlamento y la nueva mayoría que gobernará durante los próximos cuatro años. La mayor expectación gira en torno a la continuidad o no del actual Gobierno del laborista Thorbjorn Jagland. El auge de la extrema derecha podría deparar un mapa político caótico. Sin embargo, la alternativa real es una coalición de centro liderada por el Partido Popular Cristiano de Kjell Magne Bondevik.

El líder laborista agregó un ingrediente más a la expe...

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Los noruegos comenzaron ayer a acudir a las urnas en algunas comunas, y lo harán en todo el país durante el día de hoy para elegir los 165 diputados del Parlamento y la nueva mayoría que gobernará durante los próximos cuatro años. La mayor expectación gira en torno a la continuidad o no del actual Gobierno del laborista Thorbjorn Jagland. El auge de la extrema derecha podría deparar un mapa político caótico. Sin embargo, la alternativa real es una coalición de centro liderada por el Partido Popular Cristiano de Kjell Magne Bondevik.

El líder laborista agregó un ingrediente más a la expectación cuando la semana pasada anunció categóricamente que si su partido no obtiene por lo menos el mismo porcentaje de votos que logró en de 1993, el 36,9%, renunciará de inmediato a su cargo. Es el principal elemento en el suspense preelectoral. Hasta el mes de agosto, los laboristas estaban muy lejos de esa cifra, pero en las últimas semanas han logrado un repunte espectacular de un 7,2%, lo que les sitúa, de acuerdo a los últimos sondeos, en el 36,4%, a tres décimas de la barrera mínima que se ha autoimpuesto el laborista Thorbjorn Jagland.El partido Izquierda Socialista, previsible aliado en un Gobierno laborista, obtendrá, siempre según esos sondeos, un 7,2%, levemente inferior al resultado de 1993. Los conservadores caen del 17% al 12%, el Partido Liberal supera apenas la barrera del 4% y el Popular Cristiano crecerá desde un 7,9% a más de un 14%.

Las modificaciones más pronunciadas, además de la caída de los conservadores, son, de acuerdo con esas previsiones, la que experimentará en su contra la gran triunfadora de las elecciones de 1993, Anne Enge-Lahnstein, la reina del no como fue denominada por su oposición al ingreso de Noruega en la Unión Europea (UE), y, por otro lado, el repunte espectacular previsto para el ultraderechista Partido del Progreso que lidera el carismático y controvertido Carl I Hagen. Este partido podría convertirse en el segundo de Noruega si las urnas confirman los pronósticos.

Con un discurso demagógico que combina la exigencia de bajar los impuestos y reducir el gasto público y el rechazo de los inmigrantes, Hagen ha logrado -sorprendentemente, si se considera la excepcional situación económica de Noruega- encontrar oídos receptivos en algunas capas de la sociedad apelando a dos sentimientos siempre latentes, el bolsillo y el nacionalismo. A Hagen se le augura alrededor de un 15%, con lo cual casi triplicará el 6,3% logrado en 1993.

Elecciones sin polémica

Las elecciones no han tenido esta vez un asunto polémico candente como el del ingreso en la UE ni la presencia arrolladora de Gro Harlem Bruntland. El debate ha girado en tomo al qué hacer con los enormes recursos proporcionados por las exportaciones de petróleo y la industria noruega, que han convertido al país en un exportador de capitales y le permiten presentar un cuadro macroeconómico sin parangón en Europa.

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A pesar de ello, la oposición centrista y conservadora denuncia que la brecha respecto a los ingresos ha aumentado dramáticamente en beneficio de una minoría y que inexplicablemente persisten problemas de colas en los hospitales y carencias en el cuidado de los ancianos. Algo que el ultra Hagen se ha encargado de subrayar una y otra vez en sus visitas a hospitales y residencias de ancianos.

El partido del Gobierno señala a su vez que de lo que se trata es de hacer una utilización sensata de las reservas creando un fondo que cubra las exigencias de la Seguridad Social y la vejez en un país con una de las esperanzas de vida más altas, lo que exigirá grandes desembolsos.

El panorama, pese a las encuestas, no se presenta nada claro. Si de estas elecciones no surge una mayoría suficiente para que puedan gobernar los laboristas y sus aliados de la izquierda, algunos observadores pronostican una situación parlamentaria caótica, sin ningún partido o coalición con posibilidad de llevar adelante su programa sin obstáculos insalvables.

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