El circuito del tango

Los amantes del baile porteño acuden asiduamente a cinco locales

Todo por el placer de bailar en pareja, abrazados. "Aquí hay una sensualidad del copón. Saber agarrarte a alguien da pa mucho". . Lo dice Silvia Eichelbaum, una de las mujeres que -todos los jueves llega a la sala San Pol con un par de zapatos metidos en una bolsa. Son de tacón alto y fino con una correa que se agarra al tobillo. Todas las mujeres que los jueves acuden a la sala San Pol los llevan iguales porque son los que se necesitan para bailar el tango, que de eso se trata cada vez que se reúnen los 500 aficionados (españoles y argentinos) al baile porteño que hay en Madrid.Los lun...

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Todo por el placer de bailar en pareja, abrazados. "Aquí hay una sensualidad del copón. Saber agarrarte a alguien da pa mucho". . Lo dice Silvia Eichelbaum, una de las mujeres que -todos los jueves llega a la sala San Pol con un par de zapatos metidos en una bolsa. Son de tacón alto y fino con una correa que se agarra al tobillo. Todas las mujeres que los jueves acuden a la sala San Pol los llevan iguales porque son los que se necesitan para bailar el tango, que de eso se trata cada vez que se reúnen los 500 aficionados (españoles y argentinos) al baile porteño que hay en Madrid.Los lunes, en La Carreta Los martes, en los bajos del cine Pompeya. Los miércoles, en el Palacio de Gaviria. Los jueves, en la sala San Pol. Los viernes, en el Salón Rojo, y los domingos, en Añil. Los aficionados al tango tienen una cita fija todos los días de la semana.

Son gente, en su mayoría, no demasiado joven que sintió la llamada del baile argentino por culpa de un cursillo de bailes de salón.

La afición de algunos llega tan lejos como para cruzar el Atlántico. Es el caso de Amparo y Fede, dos amigos que este verano han viajado por segunda vez a Argentina para que se les pegue el "vicio porteño". No son los únicos. "El sueño de todos es ir a Buenos Aires", comenta uno de los tangueros que el último jueves de agosto fue a la San Pol. Están agrupados en la asociación Tangoneón, que edita una revista.

Leo y Eugenia son una pareja de profesores argentinos que han montado la tanguería de la San Pol. Todo el mundo se conoce en este ambiente. Saltándose el protocolo argentino, las mujeres sacan aquí a bailar a los hombres. Y se bailan siempre tres piezas seguidas: una de tanteo, otra para acomodarse Luego, la definitiva.

Las madrileñas ponen su toque personal en el vestuario. Se arreglan como milongueras de los años veinte. Algo que a Eugenia le llama la atención: "Aquí gusta lucir flecos y faldas. Es el toque castizo. En Argentina no pasa eso".

No. se habla cuando se acomete un tango. Dicen que es el único baile en el que no se cruza palabra: hay que estar atento porque todo se basa en la improvisación. Las parejas se desplazan a gran velocidad por la pista de la sala San Pol, que esa noche recuerda a la que diseñó Bertolucci para El último tango en París: espejos, madera, terciopelo rojo. Nadie pierde el paso, como si llevaran meses ensayando. Pero resulta que es pura improvisación. "El secreto está en el abrazo", apunta Eugenia.

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Sala San Pol (plaza de San Pol de Mar). La Carreta (Barbieri, 10). Palacio de Gaviria (Arenal, 9). Añil (María de Molina, 50). El Salón Rojo (Marqués de Cubas, 2).

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