Un anciano se suicida tras intentar matar a su esposa

La tragedia visitó ayer la casa de los Quílez, un sexto piso del número, 22 de la calle Palafox. El abuelo Antonio, un enfermo mental de 79 años, clavé un cuchillo de cocinia en él costado de su esposa, que dormía en la habitación. Eran las tres menos cuarto de la madrugada. Tras el intento de parricidio, el hombre se lanzó al vacío por el patio interior de la casa y falleció en el acto. Su mujer estaba anoche ingresada muy grave en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Clínico. Una discusión conyugal desencadenó el reguero de sangre, según la policía.

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La tragedia visitó ayer la casa de los Quílez, un sexto piso del número, 22 de la calle Palafox. El abuelo Antonio, un enfermo mental de 79 años, clavé un cuchillo de cocinia en él costado de su esposa, que dormía en la habitación. Eran las tres menos cuarto de la madrugada. Tras el intento de parricidio, el hombre se lanzó al vacío por el patio interior de la casa y falleció en el acto. Su mujer estaba anoche ingresada muy grave en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Clínico. Una discusión conyugal desencadenó el reguero de sangre, según la policía.

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Un anciano se suicidó en la madrugada de ayer tras haber intentado matar con un cuchillo de cocina a su esposa mientras ésta dormía. El agresor, Antonio Quílez, de 79 años, sufría problemas mentales. La mujer, que recibió una cuchillada en el costado, estaba anoche ingresada en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Clínico. El motivo de la agresión, según la Jefatura Superior de Policía, fue una reyerta conyugal."Nos temíamos esto; nuestro padre estaba mal, tenía problemas mentales". Así se expresaron dos de los cuatro hijos del matrimonio, a las pocas horas del suceso, ocurrido en el número 22 de la calle de Palafox (Chamberí). Nada más atacar a su esposa, el anciano se lanzó al vacío por el patio interior del piso. La víctima, malherida, consiguió llamar a un vecino, cuya rápida intervención evitó que la mujer se desangrase.

Un anciano de 79 años con problemas mentales se suicida tras acuchillar a su mujer

La policía mantiene que el matrimonio riñió durante la madrugada. En cambio, los vecinos no oyeron nada. La discusión, según la investigación policial, subió de tono hasta el fatal desenlace. Antonio se dirigió hasta la cocina. Allí cogió un cuchillo de 17 centímetros de hoja. Luego se lo clavó a su mujer en el costado,. mientras ésta dormía en la habitación matrimonial. Posteriormente regresó a la cocina, guardó el cuchillo ensangrentado y se arrojó al vacío por el patio interior.El vecino del quinto piso, un joven diseñador que prefirió guardar el anonimato, subió a la sexta planta al escuchar los gritos de la anciana por el patio interior de la casa. "Socorro, auxilio, me han apuñalado", gemía Mercedes Bueno, de 159 años. El hombre corrió al piso superior y llamó a la puerta. La anciana, malherida, le abrió. "Me ha apuñalado mi mando", le dijo. El hombre que la socorrió tardará mucho tiempo en olvidar el cuerpo ensangrentado de la mujer. "Estaba llena de sangre. La agarré, cerré la la puerta y la metí en el ascensor. Luego la dejé enla puerta de la calle e inmediatamente acudió la policía y las ambulancias", relató ayer. Los facultativos del Samur certificaron la muerte de Antonio. A la mujer la ingresaron en estado muy grave en el hospital Clínico. Anoche estába en la UCI. Según los médicos podría haber fallecido desangrada si no hubiese sido auxiliada por el vecino.

En la calle de Palafox, los; vecinos fruncían el ceño al hablar de lo ocurrido. "Mira chico, esto es inexplicable", decía el portero. "Son cosas que no te las puedes creer", comentaba otra mujer en un corrillo de vecinos. "Eran un matrimonio encantador con cuatro hijos y nadie sabía en el bloque que discutieran o que tuviesen problemas", aseguró otra inquilina del cuarto piso. Los residentes tampoco sabían que el hombre sufría una enfermedad mental.

Antes de jubilarse, Antonio Quílez había trabajado durante 40 años como transportista de fruta. Sus amigos de la plaza de Olavide, donde Antonio pasaba las tardes, señalaron: "Iba siempre feliz con su bastón. Parecía muy normal aunque nos dijo hace tiempo que estaba preocupado por la enfermedad de uno de sus hijos".

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