ELECCIONES LEGISLATIVAS EN FRANCIA

Palabras tabú

Cada campaña tiene sus palabras malditas, conceptos, ideas o fórmulas de las que los candidatos que se sueñan ganadores necesitan desembarazarse. Para la derecha hay que evitar hablar de "liberalismo". El primer ministro, Alain Juppé, cometió el error de evocar el primer día de campaña un "giro liberal" para justificar la disolución de la Asamblea Nacional. La expresión, cara a los marginados Sarkozy, Madelin o Balladur, desapareció de inmediato de los discursos. La opinión pública, escarmentada, cuando oye "liberal" entiende recorte de prestaciones sociales.Los socialistas tienen igual proble...

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Cada campaña tiene sus palabras malditas, conceptos, ideas o fórmulas de las que los candidatos que se sueñan ganadores necesitan desembarazarse. Para la derecha hay que evitar hablar de "liberalismo". El primer ministro, Alain Juppé, cometió el error de evocar el primer día de campaña un "giro liberal" para justificar la disolución de la Asamblea Nacional. La expresión, cara a los marginados Sarkozy, Madelin o Balladur, desapareció de inmediato de los discursos. La opinión pública, escarmentada, cuando oye "liberal" entiende recorte de prestaciones sociales.Los socialistas tienen igual problema con el término "nacionalización". Lionel Jospin defiende el statu quo y la famosa doctrina mitterrandiana ganadora en 1988, el "ni-ni", es decir, el "ni nacionalizaciones, ni privatizaciones". La realidad es otra. El PS (Partido Socialista) sabe que ciertas privatizaciones, ni que sean parciales -ahí aparecen los que quieren que el Estado siga siendo socio mayoritario y los que se conforman con que sólo lo sea significativo"- son necesarias para evitar que el déficit se dispare. Pero mientras unos les acusan de vender "las jovas de la familia", otros denuncian la "tentación estatalista" y recuerdan la gestión catastrófica de Crédit Lyonnais.

No sólo hay palabras malditas. También ciertos periodos conviene borrarlos del recuerdo. La derecha, por ejemplo, ganó las legislativas en 1993, pero sólo se hace responsable de su gestión desde 1995. Ese lapso de dos años tuvo a Balladur y Sarkozy como protagonistas, y Juppé, en su día, les calificó de "manirrotos". Hoy, conveniencia de unidad electoral obliga, esos años se han volatilizado del calendario.

Jospin aceptó la herencia mitterrandiana tras precisar que quería "realizar un inventario" de la misma. Los fieles Lang o Emmanuelli lo consideran como un "patrimonio" e impiden cualquier "inventario" público, aunque Jospin, en su mensaje público, ha escrito que "los errores del pasado no se repetirán". Todo el mundo sabe a cuáles se refiere, pero aún es imposible mentarlos.

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