EL CAMINO HACIA EL EURO

La larga marcha de la inflación

La mayoría de los españoles supo que existía algo llamado inflación a mediados de los años sesenta, a consecuencia de un relativamente fuerte incremento de los precios. Este estaba auspiciado por una mayor demanda de bienes generada, a su vez, por el Plan de Estabilización de 1959, que abrió tímidamente el mercado nacional, tras los años autárquicos de la posguerra.Pero fue en los últimos años de la dictadura franquista cuando la subida de los precios comenzó a ser uno de los problemas básicos de la economía española, un triste calificativo que todavía mantiene con tenacidad.

Si los pre...

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La mayoría de los españoles supo que existía algo llamado inflación a mediados de los años sesenta, a consecuencia de un relativamente fuerte incremento de los precios. Este estaba auspiciado por una mayor demanda de bienes generada, a su vez, por el Plan de Estabilización de 1959, que abrió tímidamente el mercado nacional, tras los años autárquicos de la posguerra.Pero fue en los últimos años de la dictadura franquista cuando la subida de los precios comenzó a ser uno de los problemas básicos de la economía española, un triste calificativo que todavía mantiene con tenacidad.

Si los precios habían subido un 3,4% en 1969, al finalizar 1973 se dispararon al 14,2%, a causa de la primera crisis energética, cuando se elevó el precio del crudo por encima de los 30 dólares por barril. La dictadura agonizante no hizo nada por impedir el derroche energético -todos los países industrializados introdujeron serias medidas de ahorro - y, en 1974, la tasa de inflación había subido al 17,9%.

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La muerte de Franco supuso el despertar de las libertades y, entre ellas, las sindicales. Los salarios subieron de forma descontrolada, negociados a inflación pasada, y al finalizar 1977, los precios ya se habían encarecido un 26,4%. En ese ejercicio, algunas tasas mensuales superaron el 40%, una situación insostenible a la que se puso fin mediante los Pactos de la Moncloa suscritos por los partidos parlamentarios en octubre de ese mismo año.

A partir de ese momento, la inflación tomó una senda descendente, lo que permitió que en 1978 el IPC se lograra contener en el 16,5%, casi 10 puntos menos que un año antes.

Pero no fue posible abandonar la inflación de dos dígitos hasta 1984, cuando el IPC se situó en el 9%, desde el 12,2% en que había terminado el ejercicio anterior. Sin embargo, el mejor resultado obtenido en la década de los años ochenta fue el de 1987, cuando la inflación pasó del 8,3% al 4,6%.

Después siguieron dos años de crecimiento de precios, que dieron paso a una caída constante que no se ha interrumpido hasta el presente.

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