A puerta abierta

La vista no se suspendió ni se celebró a puerta cerrada por razones de "moralidad", como requerían los abogados de Fernando Gómez, padre de otra de las víctimas. El presidente del tribunal recordó que éste es un sumario que ha tenido "una gran dimensión publicitaria" de la que hasta ahora no se habían quejado las partes. Para el magistrado, ahora "no tiene sentido" imponer tal secretismo.Sólo medio centenar de personas esperaban ante el Palacio de Justicia de Valencia para conseguir una de las 35 plazas de público para seguir el juicio del caso de Alcásser. Excepto cinco, todos apoyaban la sus...

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La vista no se suspendió ni se celebró a puerta cerrada por razones de "moralidad", como requerían los abogados de Fernando Gómez, padre de otra de las víctimas. El presidente del tribunal recordó que éste es un sumario que ha tenido "una gran dimensión publicitaria" de la que hasta ahora no se habían quejado las partes. Para el magistrado, ahora "no tiene sentido" imponer tal secretismo.Sólo medio centenar de personas esperaban ante el Palacio de Justicia de Valencia para conseguir una de las 35 plazas de público para seguir el juicio del caso de Alcásser. Excepto cinco, todos apoyaban la suspensión de la vista. Francisco González, un pensionista de 56 anos, o Pilar Peris, una ama de casa de 50, clamaban a favor de la suspensión porque están convencidos de que Miguel Ricart es "un pobre diablo" y que los verdaderos asesinos, "gente rica y poderosa que se oculta detrás de una trama de pederastas" pueden quedar impunes. Ésta es la tesis de Fernando García, padre de Miriam, una de las niñas asesinadas. García, rodeado de micrófonos, se jactó durante toda la mañana de tener "un as en la manga" que mostrará un día de éstos.

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