Editorial:

Cabio sin debate

PRÁCTICAMENTE SIN debate programático, el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) está efectuando un gran cambio, tanto en la forma como en el fondo. Y ambos aspectos son igualmente importantes en una Italia en la que, demasiado a menudo, las malas formas han socavado unas ideas innovadoras. El PDS, organización heredera del antiguo Partido Comunista Italiano (PCI), intenta convertirse en un gran partido socialdemócrata, aunque su líder, Massimo d'Alema, rechace esta denominación que considera superada.Más allá de huir de una "cierta idea del igualitarismo", de "una cultura industrialista y ...

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PRÁCTICAMENTE SIN debate programático, el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) está efectuando un gran cambio, tanto en la forma como en el fondo. Y ambos aspectos son igualmente importantes en una Italia en la que, demasiado a menudo, las malas formas han socavado unas ideas innovadoras. El PDS, organización heredera del antiguo Partido Comunista Italiano (PCI), intenta convertirse en un gran partido socialdemócrata, aunque su líder, Massimo d'Alema, rechace esta denominación que considera superada.Más allá de huir de una "cierta idea del igualitarismo", de "una cultura industrialista y niachista", y de propugnar reformas generales del Estado de bienestar, el debate de las ideas ha brillado por su ausencia en el congreso del PDS en Roma. Ya de por sí difícil en toda la izquierda europea, no se ve facilitado por el hecho de que el PDS participa en el Gobierno de coalición del Olivo bajo la dirección del independiente Romano Prodi, de que hay serias tensiones con el sindicato, y también problemas con Refundación Comunista. Pero superando estas limitaciones, D'Alema está reconduciendo al partido hacia nuevos horizontes de moderación y modernización. La hoz y el martillo siguen presentes como símbolos, pero relegados a los pies de un roble y con vistas a desaparecer en los próximos meses.

En este congreso, el PDS se ha comportado como partido con voluntad de hegemonía en la izquierda italiana. Incluso más, pues para junio próximo se propone generar una nueva organización política -cuyo nombre busca aún- en la que puedan confluir elementos del disuelto partido socialista o del progresismo católico. D'Alema sabe que sólo así puede aspirar a superar su actual fuerza electoral del 21% para alcanzar el 30% o 35% que le dé la llave del Gobierno.

Al acercarse a lo que es una socialdemocracia moderna, D'Alema ha querido marcar diferencias de forma con los antiguos socialistas de Bettino Craxi, hundidos por la corrupción. Las votaciones secretas en este congreso, la voluntad de unificar en. su persona la dirección del partido y la candidatura a dirigir el Gobierno para evitar la partitocracia, la firme voluntad de no llegar D'Alema al Gobierno si no es como resultado de unas elecciones en vez. de como consecuencia. de un cambio de. alianzas, son, todos elementos que pueden orear la vida política italiana y renovar su izquierda. Claro que la estrategia de D'Alema parte de una visión bipolar de una política italiana cuya complejidad no es seguro que se preste a tal simplificación.

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