Cartas al director

Esencias patrias

No hace mucho, el laureado economista Gabriel Tortella iniciaba una conferencia en el Ateneo de Mahón de una manera un tanto enigmática. Versaba sobre la clase empresarial en España, y nada más tomar la palabra pronunciaba una ristra de nombres familiares: Agnelli, Pirelli, Lacoste, Siemens... Entonces, quitándose las gafas, escrutó entre la audiencia y la interpeló directamente:-¿Tienen ustedes algún nombre español que añadir a esta lista? -preguntó con una amable sonrisa.

El silencio fue estruendoso. A ninguno de los asistentes se nos ocurría nombre alguno. Pero el ilustre prof...

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No hace mucho, el laureado economista Gabriel Tortella iniciaba una conferencia en el Ateneo de Mahón de una manera un tanto enigmática. Versaba sobre la clase empresarial en España, y nada más tomar la palabra pronunciaba una ristra de nombres familiares: Agnelli, Pirelli, Lacoste, Siemens... Entonces, quitándose las gafas, escrutó entre la audiencia y la interpeló directamente:-¿Tienen ustedes algún nombre español que añadir a esta lista? -preguntó con una amable sonrisa.

El silencio fue estruendoso. A ninguno de los asistentes se nos ocurría nombre alguno. Pero el ilustre profesor ya estaba en la labor de explicarnos el porqué de la sequía de grandes empresarios en España, y nos habló de proteccionismos seculares, pero también de claves psicológicas como la disyuntiva catolicismocalvinismo y lo mal visto que ha estado siempre en nuestro país el empresario emprendedor y triunfante (el trabajo, en general). En fin, hablo de memoria después de unos cuantos meses, pero, la cosa iba por ahí, y estos días lo he recordado al ver la saña con que es perseguido Polanco por su desfachatez empresarial, atentatoria contra nuestros más preciados signos de identidad. A quién se le ocurre ganar dinero a base de generar productos de calidad en lugar de conseguirlo mediante la lotería o la proverbial picaresca hispana, y, por si fuera poco, el presidente de PRISA se ha pasado: ha creado una empresa demasiado poderosa.

Menos mal que hay un Gobierno que vela por las más ancestrales virtudes de la raza y que además manda, impidiendo estos dislates. El mercado es el mercado, y qué menos que un Gobierno liberal como el actual proteja el libre juego de la mano invisible frente a zarpas depredadoras como las de Polanco.Como decía Manuel Vicent en su columna dominical: "Los protestantes descodificaron a Dios. Contra ellos, la Iglesia montó él Concilio de Trénto, que no era sino una plataforma gubernamental frente al espíritu de la libre empresa de los luteranos, ya que ellos querían hacer libre uso de la fe". Lo dicho: menos mal que alguien vela por nuestras esencias.-

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