Cartas al director

Rescate de un perro

El otro día salvé a un perro de morir ahogado. El pobre animal se había quedado aislado en una minúscula playa del río Albarregas de Mérida. En aquel tramo, el río está canalizado con unos muros verticales de más de dos metros de altura. Me arriesgué a bajar; le tendí la mano y le llamé cariñosamente. Al cabo. de- varios minutos, el perro se acercó a mí con la mirada baja, sumiso, gimoteando. Tiritaba, se encontraba muy empapado. Se dejó acariciar. Entonces lo cogí en brazos y lo lancé hasta la orilla.De haber seguido allí, le hubiera sido imposible trepar, y la crecida del agua le habr...

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El otro día salvé a un perro de morir ahogado. El pobre animal se había quedado aislado en una minúscula playa del río Albarregas de Mérida. En aquel tramo, el río está canalizado con unos muros verticales de más de dos metros de altura. Me arriesgué a bajar; le tendí la mano y le llamé cariñosamente. Al cabo. de- varios minutos, el perro se acercó a mí con la mirada baja, sumiso, gimoteando. Tiritaba, se encontraba muy empapado. Se dejó acariciar. Entonces lo cogí en brazos y lo lancé hasta la orilla.De haber seguido allí, le hubiera sido imposible trepar, y la crecida del agua le habría arrastrado hacia una muerte segura. Cuando escalé la pared del canal, el perro se encontraba mirándome a lo lejos. Parecía decir: gracias, amigo.-

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