Entre Bola de Nieve y los calamares fritos

La flor de mi secreto, el último filme de Pedro Almodóvar que hoy se emite en Canal + (22.00), es una clara demostración de lo falaz de la discusión en tomo a lo particular y lo general en el arte. En pocas películas como ésta su realizador ha volcado más de sí mismo, de sus predilecciones culturales, de sus recuerdos familiares, de su mundo personal y, sin embargo, en pocas películas ha conseguido una mayor comunicación con todo tipo de gentes, edades y culturas: La flor de mi secreto narra es la dura tarea del vivir cotidiano.El que la protagonista sea una escritora que ansía narr...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La flor de mi secreto, el último filme de Pedro Almodóvar que hoy se emite en Canal + (22.00), es una clara demostración de lo falaz de la discusión en tomo a lo particular y lo general en el arte. En pocas películas como ésta su realizador ha volcado más de sí mismo, de sus predilecciones culturales, de sus recuerdos familiares, de su mundo personal y, sin embargo, en pocas películas ha conseguido una mayor comunicación con todo tipo de gentes, edades y culturas: La flor de mi secreto narra es la dura tarea del vivir cotidiano.El que la protagonista sea una escritora que ansía narrar historias con el talante de Dorothy Parker o Djuna Barnes y se vea obligada a hacerlo al modo de Bárbara Cartland o Corín Tellado, no deja de ser un accidente vital que puede subsanarse con la ayuda de un pánfilo periodista. Lo realmente universal es su drama sentimental, ese dolor de corazón que surge cuando el amor de su vida no la corresponde con igual entrega. Ahí radica la universalidad del argumento. Ahí y en el talento de quien lo cuenta, alguien capaz de hacer versosímil un micromundo en el que conviven de forma apasionada y natural los calamares fritos y los pimientos de una cocina kitch de Móstoles con la sabiduría de un bolero de Bola de Nieve o un homenaje a Cukor.

Archivado En