Editorial:

El colchón de la mili

CASI UNO de cada tres jóvenes en edad de incorporarse a filas se declaran objetores de conciencia en España, el primer país del mundo a estos efectos. Si ello no provoca el colapso del actual modelo mixto de servicio militar es porque coincide con el proceso de reducción de efectivos en curso. De los 194.000 mozos que el pasado jueves conocieron su destino y fecha de incorporación serían prescindibles más de 50.000 en virtud de las necesidades reales de personal, pero se les llama como colchón para cubrir agujeros provocados por diversas causas: médicas, de objeción o de situació...

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CASI UNO de cada tres jóvenes en edad de incorporarse a filas se declaran objetores de conciencia en España, el primer país del mundo a estos efectos. Si ello no provoca el colapso del actual modelo mixto de servicio militar es porque coincide con el proceso de reducción de efectivos en curso. De los 194.000 mozos que el pasado jueves conocieron su destino y fecha de incorporación serían prescindibles más de 50.000 en virtud de las necesidades reales de personal, pero se les llama como colchón para cubrir agujeros provocados por diversas causas: médicas, de objeción o de situación familiar.La perspectiva de supresión de la mili obligatoria ha disparado el número de objetores, sin que haya plazas suficientes para que cumplan la prestación social sustitutoria que marca la ley. La cosa se agrava debido al aplazamiento, por razones presupuestarlas, de la entrada en vigor del nuevo modelo. De todas formas, la transición entre el modelo vigente y el de total profesionalización previsto para la década próxima está revelando graves imprevisiones.

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Entre 1970 y 1985 el número total de objetores fue de 12.000, lo que supone un promedio anual de 800. Sólo entre enero y octubre de este año 80.000 jóvenes se han declarado objetores, en su mayoría provenientes de la gran bolsa de los que disfrutan de prórrogas. Ello significa que a Finales de año serán cerca de 100.000, lo que supondría un aumento del 30% respecto a 1995: un año en el que, por primera vez en la década, se había registrado un ligero descenso. La cifra no había dejado de aumentar desde 1991, año en el que la guerra del Golfo contribuyó a popularizar las actitudes antimilitaristas entre los jóvenes. El aumento de 1996 se relaciona seguramente con el compromiso alcanzado entre el PP y los nacionalistas de CiU con vistas a la plena profesionalización del ejército para el año 2002. Ese plazo, sin embargo, difícilmente se cumplirá, ya que la congelación del presupuesto de Defensa para 1997 atrasa en al menos un año las previsiones de profesionalización paulatina.

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La decisión del Gobierno de Aznar ha coincidido con otra similar adoptada en Francia y está en línea con un cambio general en Europa, con la sola excepción de Alemania. Pero hay una diferencia importante entre Francia y España respecto a la forma de introducir la profesionalización: Chirac presentó este año un programa preciso de aplicación inmediata, según el cual a partir de 1997 no habrá nuevos, llamamientos a filas, con la justa excepción de los que disfrutaban de prórroga. En España, el anuncio con plazos tan dilatados -e imprecisos- ha sido interpretado por muchos jóvenes como una invitación a objetar: calculan que, dada la dificultad de la Administración para adjudicar destinos en la prestación social sustitutoria (PSS), tienen bastantes probabilidades de no hacer ni la mili ni la prestación, porque para cuando les toque ya existirá el ejército profesional.

Por más que esa posibilidad sea negada desde Defensa, lo cierto es que una combinación de prórrogas y objeción podría acarrear ese efecto. Sería una manifestación de profecía autocumplida: cuanto mayor sea el número de objetores, menos posibilidades habrá de encontrar plazas, en la PSS para todos ellos. Actualmente la cumplen 59.000 jóvenes, y esperan turno otros 130.000. Pero, si cada año aumenta su número en la proporción de este último, el excedente no dejará de crecer. Lo que demuestra que la ley de la oferta y la demanda tiene a veces efectos imprevistos.

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