Entrevista:

"En Madrid no somos más de diez los que fabricamos violines

Hace ocho meses decidieron jugársela y abrieron un taller en Tetuán. Estos dos personajes son luthiers, voz de origen francés que no viene en el diccionario pero que significa, a estas alturas del siglo y en Madrid, más o menos, esto: "Artesanos que viven de lo que ganan construyendo instrumentos de cuerda a la manera antigua". Se podría añadir que se necesita una paciencia de orfebre, habilidad en los dedos, cierto oído musical y algo, de persona de otra época. Joaquín Gallego, de 24 años, y Luz Prieto, de 28, estudiaron en Leganés (el Ayuntamiento puso allí una escuela) y después en C...

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Hace ocho meses decidieron jugársela y abrieron un taller en Tetuán. Estos dos personajes son luthiers, voz de origen francés que no viene en el diccionario pero que significa, a estas alturas del siglo y en Madrid, más o menos, esto: "Artesanos que viven de lo que ganan construyendo instrumentos de cuerda a la manera antigua". Se podría añadir que se necesita una paciencia de orfebre, habilidad en los dedos, cierto oído musical y algo, de persona de otra época. Joaquín Gallego, de 24 años, y Luz Prieto, de 28, estudiaron en Leganés (el Ayuntamiento puso allí una escuela) y después en Cremona (allí nació Stradivari, el más famoso constructor de violines del planeta). Comparten el taller con un artesano ebanista y con un guitarrero. En verano cerraron por unos meses para enseñar a los indígenas de Bolivia en qué consiste el secreto del buen artesano de violines.Pregunta. ¿Por qué se fueron a Bolivia?

Respuesta. [Habla Joaquín] Miguel de la Cuadra nos invitó para su Ruta Quetzal. Nos dijo que en Bolivia se estaba perdiendo la tradición violinística que llevaron los jesuitas. Así que pasamos un mes en en un pueblo llamado

San Ignacio de Moxos, en medio de la selva, enseñando a dos indígenas la manera correcta de fabricar los instrumentos.

P. ¿Y aprendieron?

R. No tuvimos mucho tiempo. Pero sí. Ellos habían perdido muchos conocimientos: los tallaban a machete y un poco a ojo de buen cubero. Fue una experiencia maravillosa, porque también nosotros aprendimos a tratar la madera de cedro, que es la que se utiliza allí.

P. ¿Por qué se dedican a esto? Porque nos gusta mucho. Y de esta forma, no tenemos jefe.

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R. [Aquí habla Luz] En Madrid no habrá más de diez personas que nos dedicamos a la fabricación artesanal de violines. Además, para construir un violín hay que estar muy concentrado. Ahora no podemos vivir completamente de esto.

P. ¿Cuánto se tarda en hacer un violín?

R. Un mes. Y luego otros dos para barnizarlo.

P. ¿Y cuánto cuesta?

R. Nosotros pedimos 350.000 pesetas, pero hay quien cobra 600.000.

P. ¿Y emplean siempre la misma técnica?

R. Sí, pero todavía no hemos encontrado dos violines que suenen de forma idéntica. Ni empleando la madera del mismo árbol.

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