Tribuna:

Osos de peluche

En el laberinto de la tecnología, dice García Márquez. En ese laberinto, según su criterio, se han perdido los periodistas. Pero el laberinto donde se han perdido los periodistas es otro. Lo describía este diario ayer.El laberinto es que el jefe de informativos de TVE cobre 35 millones de pesetas al año.

De ahí ya no se sale. Uno que cobra esa cantidad ya no es periodista. Es otra cosa. No sé bien qué: tal vez una mutación genética como la de ese nuevo animalito que venden. Es decir, un osito de peluche que habla.

Hubo un tiempo en que el periodista debía atender a un riesgo: no ...

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En el laberinto de la tecnología, dice García Márquez. En ese laberinto, según su criterio, se han perdido los periodistas. Pero el laberinto donde se han perdido los periodistas es otro. Lo describía este diario ayer.El laberinto es que el jefe de informativos de TVE cobre 35 millones de pesetas al año.

De ahí ya no se sale. Uno que cobra esa cantidad ya no es periodista. Es otra cosa. No sé bien qué: tal vez una mutación genética como la de ese nuevo animalito que venden. Es decir, un osito de peluche que habla.

Hubo un tiempo en que el periodista debía atender a un riesgo: no resbalar, no perder pie, no creerse como los otros. El trato con los ricos y los poderosos llevaba a muchos de los nuestros a creerse rico y poderoso.

Hubo batacazos tremendos. Eso, ahora, es puro anacronismo. Ya no hay riesgo. La inmensa mayoría de los periodistas que deciden no debe temer la confusión con los otros. Son los otros. Unos nuevos ricos muy vulgares.

Irán a por Ernesto Sáenz de Buruaga y sus 35. Desde luego, yo no voy a defenderle. Entrar a trabajar con ese sueldo en "la primera ruina del país" -así la ha llamado el Gobierno- me parece una inmoralidad siniestra. De quien paga y de quien cobra.

Ahora bien: sería el colmo que fueran a por él los voceadores de la mañana, que también se llaman periodistas y deben cobrar el doble de don Ernesto. No, plis.

En todo caso, 35 millones al año para un periodista bastan para describir con exactitud algunos aspectos vertebrales de la crisis del periodismo.

¿Uno que cobra eso puede explicar el mundo? ¿Qué sintaxis lo resiste? Es decir (Valéry), ¿qué moral?

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