La vieja guardia, al banquillo de los reservas

Ni Luis Ramallo, ni Rogelio Baón, ni José Miguel Ortí Bordás forman parte del nuevo estilo del PP esta temporada. Estos tres espadachines de la vieja guardia, históricos o fundadores del partido y con muchas legislaturas sobre sus espaldas, son modelos pasados de moda. El declive les ha llegado en el mejor momento para su partido. El PP ya no está a gusto con su memoria agresiva y crítica, que Ramallo y Baón han recuperado con sus acusaciones contra el ministro de Defensa,. Eduardo Serra. Y ellos se han sentido desplazados por dirigentes más jóvenes y bastante más disciplinados.

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Ni Luis Ramallo, ni Rogelio Baón, ni José Miguel Ortí Bordás forman parte del nuevo estilo del PP esta temporada. Estos tres espadachines de la vieja guardia, históricos o fundadores del partido y con muchas legislaturas sobre sus espaldas, son modelos pasados de moda. El declive les ha llegado en el mejor momento para su partido. El PP ya no está a gusto con su memoria agresiva y crítica, que Ramallo y Baón han recuperado con sus acusaciones contra el ministro de Defensa,. Eduardo Serra. Y ellos se han sentido desplazados por dirigentes más jóvenes y bastante más disciplinados.

El diputado extremeño Ramallo y el senador valenciano Ortí Bordás, ambos de 58 años y pertenecientes a la ejecutiva nacional, han acabado por aceptar unas ofertas tan apetecibles económicamente como políticamente fúnebres. El final de Baón, de 54 años, parece más cruento. Continúa como diputado, ya que no se le ha ofrecido ninguna salida empresarial, y ayer salió de la dirección del PP de Madrid, según la versión oficial, por permitir la caída de la alcaldía de Valdemorillo. Su futuro quedó sentenciado tras criticar a Serra.

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"Se está cumpliendo el dicho de que quienes desembarcaron en Normandía no fueron los que luego desfilaron en París", concluye un miembro de la todavía abundante vieja guardia del PP. Muchos históricos del PP, tras el laberinto de la oposición, no se encuentran representados ahora en este Gobierno. Ni en sus maneras ni en sus nombres.

Para Ramallo y Ortí Bordás se ha encontrado una "salida digna". El primero llegó a ser vicepresidente tercero del Congreso en la pasada legislatura, además de uno de los azotes del PSOE. El segundo fue vicepresidente primero del Senado. "Es normal que no estuvieran contentos, porque a ambos se les asignaron cargos inferiores a los que ostentaban y eso significa un descenso difícil de sobrellevar", comenta un miembro de la dirección.

Como un diputado más

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Ramallo se quedó como un diputado más. El propio Ramallo habló con Aznar y le facilitó las cosas. Le comentó que no se veía en su primer Gobierno porque estaba marcado por su labor en la oposición. En julio se le puso en bandeja la presidencia de Trasmediterránea, de Aldeasa o de la sociedad V Centenario y se le insinuó la vicepresidencia de la Fábrica de la Moneda y Timbre y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, pero no aceptó.Ahora, tras las últimas semanas de enfrentamientos con miembros del Gobierno y conatos de división en su grupo, Ramallo ha dicho sí. La semana pasada le llamó Rodrigo Rato y le refrescó esa vía de salida como una manera de reintegrarse en su profesión de corredor de comercio. Una oposición que sacó en 1963 y de la que está en excedencia desde 1980.

El pasado miércoles fue Aznar quien le telefoneó cuando su resistencia ya había cedido. No quería provocar más tensiones y su mujer, con problemas de corazón, también se lo había pedido. Pese a todo, aún tuvo sus dudas. Lleva 19 años y cuatro meses de diputado. Un acta a la que hoy renunciará en favor de Rosa Isabel Díez, concejal de Villanueva de la Serena (Badajoz).

Ortí Bordás ha sido nombrado presidente de la empresa Autopistas Españolas. Además de vicepresidente del Senado, ejerció de portavoz en esta cámara. En esta legislatura, su categoría había sido emplazada en la presidencia de la comisión constitucional. Tras abandonar el Senado Fernando Bécker, el nuevo presidente del ICO, Ortí Bordás fue incluido de nuevo en el consejo de dirección del Grupo Popular. "Trabajaba bien, pero está claro que no se sentía valorado" , admitió un dirigente del PP. El mismo había reclamado una solución, en especial, la presidencia del Banco de Crédito Local.

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