Nacionalidad, Lepe

Cientos de personas de diferentes países conversan en fiestas semanales

-¡Yo no hablo francés!El negrito se encogió de hombros bajo su camiseta amarilla y añadió una espectacular sonrisa para paliar su acento arrastrado. Al tiempo, se arrugó la pegatina adosada a su pecho, que rezaba: "Americano". La destinataria del mensaje era una pelirroja diminuta cuya etiqueta anunciaba: "Francés". A falta de este idioma, el estudiante de Nueva York, de 28 años, pegó la hebra con la madrileña del barrio de Quintana, de 34, en un rudimentario español.

La chica, Ángela, se enteró que él, Mark, llevaba pocos días en España, que quería ser médico, pero le mareaba la sangre...

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-¡Yo no hablo francés!El negrito se encogió de hombros bajo su camiseta amarilla y añadió una espectacular sonrisa para paliar su acento arrastrado. Al tiempo, se arrugó la pegatina adosada a su pecho, que rezaba: "Americano". La destinataria del mensaje era una pelirroja diminuta cuya etiqueta anunciaba: "Francés". A falta de este idioma, el estudiante de Nueva York, de 28 años, pegó la hebra con la madrileña del barrio de Quintana, de 34, en un rudimentario español.

La chica, Ángela, se enteró que él, Mark, llevaba pocos días en España, que quería ser médico, pero le mareaba la sangre, y que al día siguiente pensaba viajar a Pamplona a hacer fotos a los toros, "porque de correr, nada", le explicaba. Y él, hijo de filipina y afroamericano, aprendió un poco más sobre la geografía de Madrid de la mano de una genuina descendiente de extremeños y andaluces. Esto ocurría el pasado jueves, en un bar de Centro, en una llamada fiesta de intercambio donde el personal -llegaron a ser más de 600- circulaba etiquetado por su nacionalidad: un chino, una jamaicana, otra paquistaní, un par de australianos gigantescos, una rusa, un portugués, un grupo de austriacos, otro de irlandeses... los más numerosos eran los alemanes, quienes habían acudido al reclamo de la "fiesta alemana" del pasado jueves, que no consistía en nada especial. En cuanto a la nacionalidad, podía ser real o imaginaria: pululaban especímenes de Moratalaz, Móstoles o Lepe (Huelva).

Stefan Schmückle, de 28 años alemán, y Pablo Vergara, argentino de 31, se inventaron estas fiestas cuando, hace años, se preguntaban, recién llegados a Madrid, dónde conocer gente. Llegaron a ser cuñados y pensaron en vivir de ello. Para lo que se acercaron a las academias que enseñan español y pegaron la oreja a las necesidades de los estudiantes. Comenzaron a organizar fiestas de intercambio y hasta viajes.

En un paisaje poblado de inquietas cabelleras rubias o afro, la escena se repetía constantemente: un parado español, por ejemplo, conseguía quedar con una austriaca para darle un acelerón a su nivel de alemán, entre sorbo y sorbo de cerveza. Un siciliano llamado Vito se reencontraba con una francesa a quien había conocido en un viaje colectivo a Granada. El famoso viaje a Granada, donde intimaron una profesora de español, de 26 años, y un profesor de inglés, de 23, genuinamente rubio y británico. "Había 18 nacionalidades distintas entre 40 personas", contaba uno de los organizadores. El jueves, mientras la torre de Babel consumía la noche en el bar, el oriundo de Lepe dormitaba plácidamente en el portal de al lado.

Fiestas de intercambio. Los jueves, a las 23.00, en Speakeasy (Fernando, VI, 6. Metro Alonso Martínez). Entrada: 1.000 pesetas, con una copa. Descuentos e invitaciones en Forocio (Mayor, 6; 6; oficina 5, metro Sol. 552 56 77). Hoy, fiesta francesa; 25 de julio, británica; 1 de agosto, suiza; 8 de agosto, nórdica; 15 de agosto, suramericana; 22 de agosto, italiana, y 29 de agosto, internacional.

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