González asume que el PSOE necesita abordar "un nuevo Suresnes" en su próximo congreso

El secretario general del PSOE, Felipe González, ocupó ayer el puesto de abanderado entre los que en su partido piden una renovación total, o una regeneración, como muestra de que en esta organización hay voluntad de acabar con una etapa en la que hubo graves irregularidades de tipo económico. El clamor interno de la semana pasada, abanderado por el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y secundado, entre otros, por el ex ministro Josep Borrell, quedó acallado en la ejecutiva socialista. González -que llegó a hablar de la necesidad de un "nuevo Suresnes"- pospuso...

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El secretario general del PSOE, Felipe González, ocupó ayer el puesto de abanderado entre los que en su partido piden una renovación total, o una regeneración, como muestra de que en esta organización hay voluntad de acabar con una etapa en la que hubo graves irregularidades de tipo económico. El clamor interno de la semana pasada, abanderado por el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y secundado, entre otros, por el ex ministro Josep Borrell, quedó acallado en la ejecutiva socialista. González -que llegó a hablar de la necesidad de un "nuevo Suresnes"- pospuso al próximo congreso este debate, ya que ahora lo único que hace, dijo, es dar alas al adversario político.

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La inconveniencia de hablar de los propios pecados fue expuesta ayer por distintos miembros de la comisión ejecutiva federal, lo que provocó que el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, propulsor de la polémica, presentara su dimisión como miembro de la ejecutiva. No fue aceptada.De las cinco horas que duró la reunión de la ejecutiva federal, algo menos de una se dedicó a hablar de los asuntos internos. Todo el debate anterior se centró en hablar del Gobierno de Aznar. Felipe González se hizo eco de las propuestas de estos días tanto de Nicolás Reodondo Terreros, secretario provincial vizcaíno, y del presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El político vasco pidió la celebración de un congreso de manera inmediata; el segundo reclamaba una renovación total de los dirigentes, incluido él mismo y Felipe González.

Todo ello, consecuencia de la turbulencia creada en el PSOE después de los casos Otano, en Navarra, y Montaner y Salinas, en Andalucía. González respondió ayer tajantemente a lo planteado de manera alborotada días atrás. Primero, si alguien o muchos quieren que se adelante el congreso del partido, que se diga... y adelante. Un no generalizado fue la respuesta. Segundo, su puesto, como el de todos, está a disposición del partido. Por último, coincidió con Rodríguez Ibarra en que el partido "necesita una renovación total". Pero es una renovación que tendrá que hacerse en el próximo congreso.

Cerrar los debates

Con esta afirmación, según asistentes a esta reunión celebrada a puerta cerrada, González daba la razón al presidente extremeño en el fondo de la cuestión, pero no en la forma, ya que, a juicio del líder del PSOE, este tipo de debates "cuando se abren hay que cerrarlos". La conclusión es sencilla: como quiera que no piensan hacer ahora el congreso, resulta, por tanto, inútil y perjudicial haberlo abierto.En la aceptación de esta idea de renovación total, Felipe González llegó a utilizar la expresión "hace falta un nuevo Suresnes". El congreso de Suresnes, celebrado en esta ciudad francesa en 1974, supuso un auténtico cambio generacional en el PSOE -en aquel momento liderado por el histórico Rodolfo Llopis- de la mano de jóvenes sevillanos y vascos encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra. La operación fue apoyada por Nicolás Redondo, que cedió a favor de González su candidatura a secretario general.

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La dura exposición del secretario de organización, Ciprià Ciscar, sobre la torpeza de dirigentes del partido en enzarzarse en estas cuestiones en público -cosa que sólo "beneficia a la derecha"-, llevó a Rodríguez Ibarra a presentar su dimisión como miembro de la ejecutiva ante sus compañeros. También había sido muy duro el presidente andaluz, Manuel Chaves.

Según asistentes a la reunión, Rodríguez Ibarra presentó su renuncia al considerar que sus compañeros le acusaban de perjudicar al partido. Otro tropel de intervenciones hizo que Ibarra se echara para atrás al ver que su dimisión no se la iban a aceptar, ya que quienes le criticaron sólo pretendían que actuara con más prudencia.

En el fondo de la cuestión, es decir, en que el partido tiene que renovarse y que quizá casi todos los presentes deban abandonar sus cargos en un próximo congreso, coincidieron con Rodríguez Ibarra el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, Josefa Pardo y Matilde Fernández.

Nadie quitó la razón a Ciscar cuando pidió a sus compañeros que no abrieran una polémica ya zanjada en relación con el papel de González dentro de la organización. A su juicio, esto se cerró antes de las elecciones del 3 de marzo, cuando todos los allí presentes y más tarde todos los miembros del comité federal le pidieron que no se bajara del barco y que siguiera al timón.

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