Tribuna

Unas razones de peso

El otro día, en la Feria del Libro Antiguo tropecé con una publicación que me hizo pensar -como si no sobraran pruebas- que alguien nos está tomando el pelo. Era un ejemplar del reglamento taurino de 1923, y su artículo 23 estipulaba que, en plazas de primera, los toros tenían que pesar un mínimo de... ¡570 kilos!¿Cómo es posible?, me pregunté. Hoy en día el peso mínimo es de 460 kilos, y cuando sale un cornúpeta grande -de 570 kilos, digamos- los taurinos profesionales ponen el grito en el cielo y juran que el animal está totalmente fuera de tipo y no puede embestir. Y sin embargo hace 70 año...

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El otro día, en la Feria del Libro Antiguo tropecé con una publicación que me hizo pensar -como si no sobraran pruebas- que alguien nos está tomando el pelo. Era un ejemplar del reglamento taurino de 1923, y su artículo 23 estipulaba que, en plazas de primera, los toros tenían que pesar un mínimo de... ¡570 kilos!¿Cómo es posible?, me pregunté. Hoy en día el peso mínimo es de 460 kilos, y cuando sale un cornúpeta grande -de 570 kilos, digamos- los taurinos profesionales ponen el grito en el cielo y juran que el animal está totalmente fuera de tipo y no puede embestir. Y sin embargo hace 70 años todos los animales tenían que. pesar un mínimo de 570. Algo extraño está pasando aquí. De modo que hice unas investigaciones y averigué lo siguiente: hasta 1917 no había pesos mínimos: los veterinarios aprobaban o rechazaban las reses conforme a su trapío. El primer reglamento en exigir un peso mínimo, el de 1917, lo fijó en 550 kilos (siempre en plazas de primera). El reglamento de 1923 aumentó esta cifra hasta 570 kilos. En 1931, al parecer por presiones de los ganaderos, el mínimo bajó espectacularmente hasta 470. Sin embargo, hasta la guerra civil seguían saliendo toros grandes, bastante más grandes que el mínimo.

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Como en la guerra se habían sacrificado la mayor parte de las reses, para dar corridas fue preciso suprimir los pesos mínimos: el toro de la posguerra era joven y pequeño (aunque todavía relativamente encastado). En 1943 se fijó un nuevo peso, pero fue tan sólo de 423 kilos, y muchas tardes no se cumplía. En 1962 llegamos al actual, 460 kilos. ¿Por qué muchos veterinarios y públicos de hoy exigen un toro más grande? Es tal vez un intento de aportar más seriedad ante el aburrimiento por tanto toro aborregado.

Es obvio que una de las causas -pero tan sólo una- de que los toros se muevan poco y e caigan es que les sobran kilos. Pero si ese eso es excesivo, ¿no será porque los ganaderos han ido reduciendo sistemáticamente el esqueleto del toro? El ejemplo más descarado es el del encaste Santa Coloma: hoy los sancolomas son chicos, pero hace 70 años eran grandes. Y si los toros de hoy son gordos, ¿no será también para disfrazar su falta de verdadero trapío? Hace unos años, y ante testigos, a un inefable ganadero jerezano, fabricante de toros de temperamento supuestamente artístico, se le escaparon estas palabras: "Si me descuido me crecen los toros".

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