Reportaje:

Bebés en el agua

Niños de cinco meses aprenden a no ahogarse

Se acabaron los mimos. Al agua. Pucheros, no. Buá. Chof. Tal secuencia se reproduce cada día en cinco centros madrileños, donde decenas de bebés de cinco meses en adelante aprenden a nadar. Sí. Es posible. Los bebés pueden nadar. Saben. Incluso, parece una actividad muy conveniente para estimular su psicomotricidad. Así lo asegura Juan Carlos Méndez, de 36 años, la mitad de ellos dedicada a estas enseñanzas. Hoy es director técnico de una escuela de natación recién inaugurada en Pozuelo.Veinte clases cuestan 35.000 pesetas, para bebés de cinco meses a tres años. Normalmente son cortos los plaz...

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Se acabaron los mimos. Al agua. Pucheros, no. Buá. Chof. Tal secuencia se reproduce cada día en cinco centros madrileños, donde decenas de bebés de cinco meses en adelante aprenden a nadar. Sí. Es posible. Los bebés pueden nadar. Saben. Incluso, parece una actividad muy conveniente para estimular su psicomotricidad. Así lo asegura Juan Carlos Méndez, de 36 años, la mitad de ellos dedicada a estas enseñanzas. Hoy es director técnico de una escuela de natación recién inaugurada en Pozuelo.Veinte clases cuestan 35.000 pesetas, para bebés de cinco meses a tres años. Normalmente son cortos los plazos que emplea el mozalbete en desarrollar las facultades de flotación y de control de la respiración subacuática. Félix Omeñaca, pediatra en La Paz y padre de nadadorcito, las considera casi innatas. Los niños nacen sabiendo flotar, esto es evidente. "El problema es que pueden hacerlo boca arriba o boca abajo. Nuestra primera meta será por ello la de enseñar al bebé a flotar hacia arriba", comenta Méndez, que asume sin pestañear la responsabilidad de meter en el agua a. niños tan tiernos. La prifundidad máxima de la piscina es de 1,20 metros; la temperatura del agua, 32º.

¿No resulta demasiado arriesgado? "No. Primero trabajamos con ellos cuando tienen menos nueve meses, con sus madres, desde los primeros meses del embarazo. Así se trata: de un proceso, más que una inmersión brusca", comenta. Luego vendrán las, pacientes prácticas, bajo la perenne atención de los instructores. "Todo se desarrolla con una particularidad", dice: "Si lo desean, madres y padres permanecen en el agua con nosotros y con sus niños. Son los intermediarios".

En ocasiones, la presencia materno-paterna fortifica la seguridad de los bebés. Les brinda confianza a ellos y, sobre todo, a sus padres. "Pero", reconoce el instructor mientras sonríe, "a veces los bebés se escudan en los mayores para escurrir sus deberes".

Escurrir, lo que se dice escurrir, es lo que hay que hacer con los bebés una vez que se aficionan a chapotear. Se niegan a salir de la piscina. Obligados a ello, su piel tersa y finísima se eriza en carne de gallina mientras sus madres y padres gozan al abrigarles con toallas. Esas pieles tan suaves no sufren, por cierto, daño alguno. El cloro ha sido sustituido por ozono inabrasivo.

La natación de los bebés, ¿no se tratará de una moda innecesaria además de inútil y peligrosa? "Cada padre o madre puede pensar como desee. Pero está demostrado que en el agua, en un medio distinto al suyo, el crío descubre su cuerpo; niños autistas o con síndrome de Down combaten mejor en el agua sus déficit de sociabilidad y autocontrol. Pero", asegura, "los niños aquí, sobre todo, aprenden a no ahogarse".

Baby Gim Chamartín. Rafael Herrera, 11. Baby Gim Pozuelo. Ciudad Real, 7. Pozuelo de Alarcón. Fusión. Infanta Mercedes, 92. Natación Jiménez. Avda. Madroños. Ermita del Santo. Complejo Aqualung.

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