Entrevista:

"Los vallecanos están ahora mucho más integrados en Madrid"

Hace 17 años que llegó con sus libros y sus doctrinas al barrio de Vallecas, procedente de Jaén. A Eduardo Ruiz, de 43 años, profesor de Lengua y Literatura en el instituto Tirso de Molina, poco le importaron las palabras de sus paisanos: "En Vallecas vas a morir de una puñalada", "es la ciudad sin ley". Aquellas advertencias, lejos de disuadirle, le motivaron aún más. Una vez en el escenario vallecano, montó su pequeña actuación: tenía que ganarse a su público, que en este caso no era otro que los padres y los alumnos. Le bastaron un par de funciones: comenzó por dirigir un grupo teatral, y d...

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Hace 17 años que llegó con sus libros y sus doctrinas al barrio de Vallecas, procedente de Jaén. A Eduardo Ruiz, de 43 años, profesor de Lengua y Literatura en el instituto Tirso de Molina, poco le importaron las palabras de sus paisanos: "En Vallecas vas a morir de una puñalada", "es la ciudad sin ley". Aquellas advertencias, lejos de disuadirle, le motivaron aún más. Una vez en el escenario vallecano, montó su pequeña actuación: tenía que ganarse a su público, que en este caso no era otro que los padres y los alumnos. Le bastaron un par de funciones: comenzó por dirigir un grupo teatral, y después, con la periodicidad que marcaban los estrenos, empezó a organizar salidas con sus pupilos para ver las obras en cartelera. Poco a poco, el grupo de teatro del Tirso de Molina se fue consolidando. Y no hay certamen al que no le arranquen un premio. Ahora. acaban de ganar, con la obra La herida del tiempo de J. B. Priestley, el de Teatro de la Comunidad de Madrid, dotado con cien mil pesetas y la ocasión de poder representar esta función en el teatro Albeniz. Por todo esto, el profesor está orgulloso de los suyos, que no son otros que los vallecanos.Pregunta. Parece totalmente integrado en el barrio.

Respuesta. Mucho. La gente de este barrio es muy abierta. Cuando llegué me encontré con gente luchadora, que se había dejado la piel contra el franquismo. Los padres de los alumnos son muy competentes. Me invitaban a comer; siempre he sido muy bien acogido y arropado. Tengo muchos lazos aquí y no me quiero marchar.

P. ¿Existe tradición teatral en Vallecas?

R. Cuando yo llegué había muy poca. Ir a Madrid, como ellos decían, a ver una obra de teatro era impensable. Recuerdo que en las primeras salidas no sabían dónde estaba la plaza de Santa Ana, por ejemplo. Si salían del barrio estaban perdidos.

P. Eso ha cambiado.

R. Sí. Ahora están mucho más integrados en Madrid, pero siguen conservando sus raíces, esa forma de ser tan característica, ese lenguaje vallecano un tanto cheli que se puso de moda hace años. Es gente solidaria y noble.

P. ¿Son buenos actores?

R. Mucho. Los jóvenes vallecanos son dúctiles y jugosos. Tienen una frescura que muchas veces no tienen los profesionales. En el instituto hemos trabajado duro para que el grupo cuajara. Y ahora me siento muy orgulloso cuando veo a uno de mis alumnos sobre el escenario. Me gustaría que los jóvenes se engancharan al teatro, y que la primera escuela fuera el instituto.

P. ¿Por qué?

R. Porque siempre es bueno cambiar de personalidad y, de cuando en cuando, los jóvenes lo necesitan.

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