Tribuna:FÚTBOL 31ª JORNADA DE LIGAEL QUIROFANO

El bache y la suerte

No es lo mismo. El Atlético de Madrid parece estar entrando en lo que los clásicos suelen conocer como "el bache", un periodo de tiempo, no necesariamente largo, en el que el nivel de juego disminuye. Fatiga física y nerviosa, falta de confianza, falta de concentración., Entre unas cosas y otras, el conjunto deja de ser el mismo.Un síntoma. La tendencia de la defensa a esperar un poquito más atrás, seguramente en contra del gusto de Antic. Unos metros más de campo distancian entre sí a, los jugadores, desatan los lazos invisibles entre ellos, descomponen los automatismos del equ...

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No es lo mismo. El Atlético de Madrid parece estar entrando en lo que los clásicos suelen conocer como "el bache", un periodo de tiempo, no necesariamente largo, en el que el nivel de juego disminuye. Fatiga física y nerviosa, falta de confianza, falta de concentración., Entre unas cosas y otras, el conjunto deja de ser el mismo.Un síntoma. La tendencia de la defensa a esperar un poquito más atrás, seguramente en contra del gusto de Antic. Unos metros más de campo distancian entre sí a, los jugadores, desatan los lazos invisibles entre ellos, descomponen los automatismos del equipo. Elisuelven su juego, en definitiva.

Otro síntoma. Las bandas. Toribio y José María ganaron por las bandas y definieron las superioridad de su equipo. En este sentido, las facilidades que recibió José María de Caminero fueron llamativas.

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Quique Martín. Siempre da gusto verle jugar. Recuerda a los viejos extremos de la WM, pero además tiene movimientos de jugador moderno y una velocidad demoledora para ayer, para hoy y para siempre. Eso sí, como tantos predecesores en su estilo de juego es un poquito chupón.

Tres en la raya. Dicen que se gana la Liga no sólo con los puntos merecidos, sino también los inmerecidos. El Atlético está en el camino. Tiene muchos puntos ganados a ley y algunos, como los de ayer, gracias a la suerte, que la tuvo por partida triple. Hasta tres balones llegaron a sacarle de la raya los defensas de Molina, que desde que se viste de Jesulín de Ubrique no las huele.

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