Cartas al director

El reparto del trabajo

En su artículo Repartir el trabajo, recuperar la vida, Ramón Jáuregui sintetiza la dimensión del problema del empleo con una claridad y acierto inusuales en un cargo público del Partido Socialista Obrero Español.No es que la honestidad, tanto intelectual como en la actuación pública, esté reñida con el ideario socialista. Al contrario, es la reflexión intelectual y humanística la que conduce al socialismo. Lamentablemente, no es el caso del partido liderado por Felipe González et alter, donde lo que más ha proliferado han sido los ganapanes cuyo único fin era ocupar un lugar al s...

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En su artículo Repartir el trabajo, recuperar la vida, Ramón Jáuregui sintetiza la dimensión del problema del empleo con una claridad y acierto inusuales en un cargo público del Partido Socialista Obrero Español.No es que la honestidad, tanto intelectual como en la actuación pública, esté reñida con el ideario socialista. Al contrario, es la reflexión intelectual y humanística la que conduce al socialismo. Lamentablemente, no es el caso del partido liderado por Felipe González et alter, donde lo que más ha proliferado han sido los ganapanes cuyo único fin era ocupar un lugar al sol del erario público. Jáuregui se desmarca de esa mediocridad enfocando la cuestión del desempleo con una óptica adecuada a la perspectiva actual.

En efecto, el paro en las sociedades industriales no es un fracaso, sino precisamente una medida de su eficacia productiva: PIB y paro crecen simultáneamente; luego aquí, si sobran tanto el pan como la mano de obra, lo racional es repartir ambos elementos entre la población.

El discurso de la angustia por la falta de empleo es tan irracional como la creencia en el poder de una mano invisible para solucionarlo.

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La esencia de la condición humana no consiste solamente en trabajar como único fin de la vida, sino en gozar de ella. Y éste es el fin que debe perseguir una concepción humanista del socialismo.

Coincido con Jáuregui en que la derecha española, al preconizar trabajar hasta los domingos, se ha pasado con armas y bagajes al calvinismo. Y lamento profundamente que, en su irresistible ascenso al poder, la derecha haya ocupado también los bastiones del socialismo español.

Pues, que se sepa, ningún dirigente del PSOE invocó las razones de las que habla ahora Ramón Jáuregui cuando el Gobierno redujo el subsidio de paro a través del decretazo de 1992, mientras el tándem González-Solchaga se permitía insultar a los parados llamándoles "vagos". Las hemerotecas pueden certificar que ha sido ese discurso, y no el que corresponde al socialismo, el que ha prevalecido en el enfoque de esta cuestión por parte del PSOE.-

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