El Atlético B se alía con el aire

El Aranjuez cae en un partido marcado por el viento

El Atlético B camina imparable. Parece que se hubiera contagiado del optimismo que se respira en la casa rojiblanca. Ayer volvió a demostrar que es un serio aspirante a disputar el ascenso a Segunda, a final de temporada. Y lo hizo ante el Aranjuez, el equipo madrileño más fuerte de la categoría. El conjunto de Máximo Hernández sigue contando en todos los pronósticos, pero se aprecia cierta irregularidad en su deambular por la zona alta de la tabla.El Atlético B aprovechó mejor el viento que soplaba en La Peineta, un estadio que recibe demasiado a menudo la visita de este molesto amigo ...

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El Atlético B camina imparable. Parece que se hubiera contagiado del optimismo que se respira en la casa rojiblanca. Ayer volvió a demostrar que es un serio aspirante a disputar el ascenso a Segunda, a final de temporada. Y lo hizo ante el Aranjuez, el equipo madrileño más fuerte de la categoría. El conjunto de Máximo Hernández sigue contando en todos los pronósticos, pero se aprecia cierta irregularidad en su deambular por la zona alta de la tabla.El Atlético B aprovechó mejor el viento que soplaba en La Peineta, un estadio que recibe demasiado a menudo la visita de este molesto amigo del deportista. Se alió con el aire y derrotó por méritos propios a un Aranjuez que, ante todo, fue demasiado conservador. Y lo acabó pagando.

En la primera mitad, el Aranjuez permitió que los rojiblancos se adelantasen en el marcador. Tan sólo en el último cuarto de hora de este periodo, los ribereños adelantaron sus líneas y aprovecharon que el aire impedía los despejes de los defensores atléticos. Fueron los únicos instantes de peligro en los dominios de Felipe. Al borde del descanso, un disparo envenenado de De Las Heras que cogió una velocidad impresionante por efecto del viento supuso el empate.

En la reanudación, los locales lo tuvieron aún mas claro: disparos desde cualquier sitio, por si entra. Tras el gol de Marín, el Aranjuez volvió a despertar y tuvo alguna que otra ocasión para igualar el encuentro. Pero siempre fue a remolque. La iniciativa no era nunca de los ribereños, que se limitaron a responder cuando no quedaba otro remedio. Y se encontraron en todo momento con un cancerbero, Felipe, en estado de gracia. A la postre, el resultado se ajustó a los méritos exhibidos por ambos equipos.

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